Con los ecos todavía de la última tropelía del dictador Nicolás Maduro, con su pírrica victoria en unas elecciones fraudulentas y que han sido condenadas por la totalidad de organizaciones y países democráticos que en el mundo existen , desconcierta más que sorprende, el empecinamiento del expresidente español, Rodríguez Zapatero en convertirse en la voz de su amo, el Tirano Banderas venezolano y enfrentarse al mundo para defender lo indefendible y jugarse el ya de por sí poco prestigio que aún le quedaba, más fuera que dentro de las fronteras españolas.
Y desconcierta porque a luz de los informes de Amnistía Internacional, de los testimonios de los miles de venezolanos exiliados y de las noticias de los medios de comunicación, nadie que se sienta mínimamente demócrata y defienda el Estado de Derecho puede defender y justificar a un régimen dictatorial que ha sido condenado por torturas, violaciones de los derechos humanos, y supresión de las libertades por todos los organismos internacionales desde la ONU hasta la OEA pasando por la UE.
Un régimen bananero que, además, ha arruinado a un país que asegura tener las mayores reservas petrolíferas del mundo, que en los años previos a la llegada de los chavistas al poder era uno de los más prósperos y con mayor nivel de vida de América Latina, y que en estas mismas elecciones fraudulentas ha sufrido el rechazo de la inmensa mayoría de los venezolanos. Porque sólo como un repudio a Maduro y a su régimen puede interpretarse que el 70 por ciento de los electores haya optado por quedarse en casa, a pesar de la presión propagandística institucional y de las amenazas recibidas.
Son hechos incontestables ante los que dentro y fuera de España son muchos, incluidos varios de quienes fueron sus directores colaboradores, los que se preguntan el porqué de esta simbiosis entre Maduro y ZP.
Cuestión de dinero, dicen algunos de los consultados, y recuerdan el turbio asunto de la familia de Raúl Morodo, exembajador en Caracas precisamente durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, que participó en una trama para obtener unos 30 millones de euros de la petrolera PDVSA, la principal industrial venezolana, a cambio de falsos asesoramientos. Asunto del que, curiosamente, no se ha vuelto a hablar y cuyos dineros fueron ingresados en Suiza.
Otros, sin embargo, no dudan de la honestidad del exjefe del Gobierno español, y lo atribuyen a algo que posiblemente sea peor, no desde plano legal pero sí en el personal, y que resumía con rotundidad Joaquín Leguina, “por estupidez”. Los mismos que, además, recuerdan que el líder opositor venezolano Leopoldo López y su partido, son miembros de la Internacional Socialista, la misma a la que pertenecen el PSOE, Zapatero y su discípulo Pedro Sánchez, el único presidente de la UE que no quiso recibir a Juan Guaidó, presidente todavía de la Asamblea Nacional venezolana y parcialmente reconocido como presidente encargado de Venezuela.
Por cierto, que frente a la locuacidad de ZP contrasta el silencio de Pablo Iglesias y sus acólitos podemitas, los representantes políticos en España de Maduro y que ellos sí, demostrado está, recibieron cuantiosas sumas por asesoramiento, fingido o no, a la dictadura bolivariana de Hugo Chavez y Maduro.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.