Las Navidades, ¿bien o en familia?

16/12/2020

Miguel Ángel Valero.

El chiste más repetido en estas fechas tan señaladas, las Navidades ¿bien o en familia?, gana muchos enteros en el año de la pandemia. Mucho se está hablando debido a las circunstancias y a las limitaciones que impone la pandemia provocada por la Covid-19 de “salvar la Navidad” y los tradicionales encuentros familiares típicos de estas fechas.

También se habla, y mucho, de la nostalgia y la tristeza que despierta en muchas personas esta Navidad diferente, con menos compromisos, menos encuentros y menos espacio para las multitudinarias reuniones familiares de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Reyes.

Sin embargo, los psicólogos de la Asociación Española de Terapia Gestalt aportan un enfoque tan diferente como interesante: esta Navidad de la Covid-19 puede ser beneficiosa y un motivo de alegría para muchas personas que ven en las limitaciones impuestas por la pandemia “una excusa perfecta” para evitar estas reuniones que en muchos casos son motivo de estrés y de ansiedad.

“Habitualmente los psicólogos vemos un significativo aumento de consultas de emergencia en las fechas navideñas. Sin duda alguna se supone que son unas fechas entrañables, pero eso en ocasiones sólo se acerca al ideal de festividad que muchas veces está lejos de la realidad, lo cual produce innumerables situaciones de frustración”, explica Irene Poza, psicóloga y vocal de la junta directiva de la Asociación.

Sentarse a comer con el marido de una hermana al que detestas, verte en la obligación de pasar unos días con unos suegros que no te aceptan, el dolor y la nostalgia por los seres queridos que ya no están. Son algunas de las situaciones que suelen estar detrás de muchas de las consultas que suelen recibir los psicólogos en las fechas navideñas.

Para Irene Poza, el hecho de poder sortear estos “problemas familiares” puede, por tanto, ser beneficioso para algunas personas y hacer que, con el tiempo, recuerden con especial cariño las Navidades de la pandemia “por convertirse en auténticas y crear reuniones dónde sí que prima la intención de compañía y el afecto de corazón”.

En el caso de, pese a la situación actual, no poder librarse (cuando así se desea) de los compromisos familiares, Irene Poza ofrece lo que denomina un ‘Kit de supervivencia’ navideño con una serie de consejos para hacer más llevaderos estos encuentros.

Entre ellos, respirar cuando alguien dice algo inapropiado, aprender a aceptar y renunciar al reconocimiento de la familia que no te ha llegado, evitar las rondas de sinceridad, no intentar reconciliar a quién permanece peleado y, ante todo, focalizar las energías en disfrutar de lo que sí se tiene.

Para todos aquellos que sí que van a extrañar los momentos especiales navideños que se van a perder a consecuencia de la pandemia, Irene Poza recomienda relativizarlos:  “Los encuentros que no se darán en estas Navidades solo van a ser temporales”. Y  aprovechar esa tristeza como “índice evaluador del cariño” hacia otras personas.

“Sentir nostalgia hacia algo o alguien querido no nos destruirá, lo que nos destruirá es no ser responsables con los contactos sociales. Por eso se pueden proponer medidas alternativas con las que transformar las muestras de cercanía por cualquier acto que sirva para expresar el afecto. ¿Recordáis cuando mandábamos postales navideñas?”, apunta la psicóloga.

Además de tristeza, también está siendo bastante generalizado el sentimiento de culpa que están manifestado muchas personas al actuar con responsabilidad y decir a sus familiares que no van a asistir a los encuentros navideños.

La vocal de la junta directiva de la Asociación Española de Terapia Gestalt recuerda que la culpa es una experiencia emocional que puede ser normal sentir al romper las reglas culturales o familiares. Sin embargo, avisa que “la culpa que nos ata, que nos paraliza y que nos lleva a caer en un estado de lamentación e inacción, no es sana”.

En el extremo opuesto, está la culpa que nos hace adultos, aquella que asumimos libremente y que nos hace responsabilizarnos de nuestras acciones. “Desde luego, seguir manteniendo la distancia social sigue siendo un acto de amor hacia los nuestros y hacia la humanidad, por lo que no hay porque sentir culpa cuando tomamos una decisión que conlleva un acto de cuidado”, concluye Irene Poza.

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