El año de la solidaridad

24/12/2020

Josep M. Orta.

Otros años nos deseábamos un feliz año nuevo. En vista del éxito que tuvimos en el pasado reciente este año quizás tendríamos que cambiar nuestros buenos deseos con otras fórmulas más realistas, por qué el panorama que se nos presenta es todo menos optimista. Es sabido que el hombre hace la historia pero no elige las circunstancias y hay que torear con la que se nos viene encima

La tantas veces denostada TV3 (que para mí, junto con Euskal Telebista, es la mejor televisión pública que se hace en España) en vísperas de Navidad hace un programa especial para recoger fondos para financiar la investigación de alguna enfermedad. Este año recogían fondos para luchar contra el coronavirus y recaudaron más de diez millones de euros.

Esta iniciativa que se estrenó en 1992 y que en el conjunto de su historia ya ha recibido 212 millones de euros es un ejemplo de la solidaridad. Y es esta misma solidaridad de los ciudadanos la que se nos presenta como imprescindible para sacar las castañas del fuego de los miles de afectados provocados por el coronavirus. Como las ayudas de las diversas instituciones se han mostrado como manifiestamente mejorables, a la que contribuye la eficaz tarea destructiva de los partidos de la oposición, sólo queda la ayuda de la sociedad civil para paliar, en la medida de lo posible, los desastres provocados por la pandemia.

Hay gente que nunca pensó que podría hacer cola en los centros de beneficencia, hay artistas que llevan meses sin poder trabajar, hay muchos comercios de proximidad que posiblemente tengan que bajar definitivamente las persianas, hay grandes empresas que de la noche a la mañana ven que su trabajo no les es rentable…. Y ello conlleva que muchas familias no puedan satisfacer las necesidades más primarias, desde poner un plato en la mesa hasta que les corten el suministro de la luz o el agua

Ante este panorama la salida más viable es apelar al segmente de la sociedad civil que se lo puede permitir para paliar las necesidades más primarias de muchos cociudadanos en vistas que las promesas de las diferentes administraciones cuando no se las lleva el viento se materializan al cabo de mucho tiempo. Una vez más hay un divorcio entre el país real y el oficial.

Por todo ello por un nuevo año que presumiblemente no será feliz, sí que puede ser el gran año de la solidaridad.

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