El día en que Julio Díaz Aparicio falleció comenzó la tormenta de nieve. Profesor de Lengua Española y Filosofía de los Maristas en Toledo, donde era muy querido y respetado, ejerció como docente durante 45 años. Su familia ya estaba en el cementerio municipal de Toledo cuando les comunicaron que se suspendía el entierro. Todos comprendieron la situación y se marcharon a casa a esperar a que les notificaran los nuevos plazos para enterrar a Julio Díaz. Desde entonces no saben nada de él. Nadie se ha puesto en contacto con la familia desde que les llamaron para comunicarles la suspensión del entierro. Nadie responde a los teléfonos a los que Carmela y Julio, los dos hijos, no han dejado de llamar. No tienen los restos de Julio Díaz ni saben dónde está.

Desde el tanatorio dicen que la responsabilidad es de los funcionarios municipales y en el Ayuntamiento están desbordados por más casos similares. Mientras tanto, la familia permanece desinformada y con una desazonadora sensación de abandono. En una situación ya de por sí dolorosa, se encuentran más de una semana sin saber cuándo va a ser el entierro. La poca información que tienen la han recibido del tanatorio, pero allí no saben el paradero de la urna con los restos de Julio Díaz. “Creemos que la urna está en el crematorio, pero nadie del cementerio ha contactado con nosotros”, explican sus hijos.

No es el único caso en el cementerio de Toledo, donde incluso han llegado a confundir un cuerpo con otro en plena inhumación. “Nos tememos que hay más familias en la misma situación”, añaden los hijos de Julio. “Las circunstancias son difíciles y el temporal ha podido afectar a los servicios, pero pedimos claridad para saber en qué punto se encuentra el proceso”.