Con la ley electoral unas elecciones, una vez convocadas, no se pueden aplazar. De la misma manera que algunos jueces han paralizado algunas medidas tomadas por las comunidades autónomas para combatir el coronavirus alegando que recortaban libertades contempladas en los textos constitucionales, la aplicación el decreto de la Generalitat aplazando los comicios catalanes hasta el próximo mes de mayo pende de un hilo, basta que alguien recurra ante la justicia para que el juez no tenga más remedio que suspenderla, pese al precedente de las elecciones gallegas y vascas.

Primero hay que tener en cuenta que la ley está mal hecha. No contempla la posibilidad que una catástrofe, una epidemia u otro suceso relevante permita aplazar los comicios, aunque el beneficio social o el estado de necesidad así lo aconsejaran. En esta y otras muchas leyes su redacción es manifiestamente mejorable ya que impide al juez evitar un mal mayor por culpa de que la ley no contempla esta eventualidad, aunque vaya en contra del sentido común.

Pero el miedo de los catalanes a acudir a las urnas por temor a posibles contagios es tan evidente como los cálculos que algunos partidos (por no decir todos) hacen de los pros y los contras que tienen en su electorado.

Los socialistas son los que más se han opuesto a este aplazamiento. Aseguran que este atraso en los comicios puede debilitar un efecto Salvador Illa que, más en Madrid que en Catalunya, interpretan que ha tenido un efecto beneficioso para las aspiraciones del PSC . Así cabe interpretar las advertencias de algunos ministros (el de Justicia y el de Transportes) advirtiendo de la posible inconstitucionalidad de la medida. Pero no parece estético que sean los socialistas quienes estudien acudir a los tribunales, seguramente preferirían que fuera VOX quien tomara la iniciativa, al fin y al cabo este partido ya se sabe el camino. Pero no deja de ser curioso que los que tanto han criticado la judicialización de la política ahora puedan acudir a los tribunales para resolver un problema que no deja de ser político.Cuando se entra en el juego político el sentido común desaparece y es evidente que todos los partidos adoptan sus posicionamientos según las encuestas internas que tienen y no las que se publican. De momento tenemos en Catalunya y en España cuatro meses más de precampaña y con lo que esto condiciona las decisiones políticas del país.

Sin embargo hay otra cara de este debate. Si ahora parece que hay razones que pueden justificar el aplazar las elecciones a causa de la pandemia, esto crea un precedente en el futuro para poder postergar los comicios por otros motivos más inconfesables (y la pendiente renovación de la cúpula judicial es un buen ejemplo).

Mientras las cifras de la tercera oleada de la pandemia siguen disparándose a la espera que la tan esperada vacuna haga milagros. Pero no está escrito que a finales de mayo la situación sea mejor