Define el diccionario de la Real Academia al gafe como aquella persona que “trae mala suerte”. Y sin querer atribuir a nadie este atributo de portador de las desgracias, el repaso a lo vivido en España durante el último año, período coincidente con lo que lleva en La Moncloa Pedro Sánchez nos lleva a aseverar que ningún presidente de ningún gobierno de los que se han sucedido desde el inicio de la Transición, esta dejando en este país tan alto número de calamidades, tan continuas y tan graves como las que estamos padeciendo, además con tan evidente precariedad de soluciones.

Cierto es que el COVID ni lo trajo Sánchez ni es exclusiva de esta España nuestra, pero resulta por lo menos llamativo que sea bajo su mandato y justo desde sus inicios cuando nos haya tocado vivir la mayor crisis sanitaria conocida desde la mal llamada “gripe española” de 1917. Eso y que, además, sea este Gobierno el que ha sido señalado por los organismos internacionales como el que peor ha gestionado la pandemia.

Pero es que al caos sanitario se suma la mayor crisis económica conocida en la España moderna, superando incluso el desastre de la recesión de 2009, y que nos lleva a liderar la mayor caída del PIB del mundo desarrollado, un 11 por ciento en 2020, con una deuda pública en máximos históricos y más de cinco millones reales de parados, sin que hasta el momento se vean esos “brotes verdes” de los que hablaba su antecesor en el cargo y en desdichas Rodríguez Zapatero.

Añadir que también en estos días acabamos de vivir la mayor nevada conocida en los últimos 50 años -desde 1971 no se había visto nada igual- que colapsó Madrid y otras capitales del centro de la Península, provocando pérdidas millonarias y forzando la declaración de zona catastrófica. Que en los primeros días de este 2021 hemos asistido a un terremoto de 3,4 grados en la escala de Richter que ha sacudido a la provincia de Gerona y que un presunto meteorito cruzaba los cielos de Galicia y de León causando el pánico entre quienes lo avistaron.

Mientras que en el terreno político baste decir que no sólo ha elegido un elenco ministerial que está demostrando ser el más incompetente de la democracia, salvo algunas excepciones que confirman la regla, sino que más que una coalición el Ejecutivo parece hoy una jaula de grillos a punto de estallar. Que el Presidente sigue durmiendo con su enemigo, ese vicepresidente con el que dijo que no quería dormir, y que se dedica a sabotear la actuación del resto de sus compañeros de Gabinete y a minar las instituciones. Que no tenemos política exterior, que Canarias está padeciendo la mayor oleada migratoria de los últimos tiempos impulsada por Marruecos, y que hemos perdido la credibilidad y la confianza de nuestros socios de la UE.

Y para colmo, si no le crecen los enanos porque no los tiene, si se le sublevan hasta los sindicatos que son carne de su carne y de la de su aliado podemita, convocando movilizaciones contra las reformas cuando los dineros del Fondo de Reconstrucción siguen en el aire y pendientes del examen de Bruselas.

Dicen quienes saben de los aguafiestas, de sus pompas y sus obras que existen cuatro tipos de cenizos: gafe, supergafe, sotanillo y manzanoide, siendo estos últimos los más peligrosos. El sotanillo porque reparte la mala suerte, pero no la padece, y el manzanoide que es el que sufre también las consecuencias de las desgracias que ocasiona.

Pues a la vista de los hechos relatados y de los que se nos han quedado en el tintero, que cada cual saque sus propias consecuencias. Aunque yo, más allá de este divertimento intranscendente, debería confesar que ni sé ni creo en los gafes. Pero como dicen de las meigas, haberlos haylos.