La batalla por el control de Naturgy, que se desarrolla cuatro días después del lanzamiento da un opa parcial por el fondo IFM, tiene como objetivo básico convencer que su oferta no dañará la estructura de la empresa energética. Evitar la imagen de ser un fondo cuya única meta es obtener sustantivos dividendos ya sea por el pay-out anual vía dividendos ordinarios o extraordinarios por la venta de activos.

Pese a que sea una oferta parcial, por menos del 23% del capital, el panorama posterior puede diferir de forma sustantiva del actual, en la medida que la suma de las acciones que puede lograr la entidad australiana, entre el 17% y el 22, 6%, junto a los fondos GIP y CVC (más del 40%), daría a los tres el control del consejo por alrededor del 60% del capital. Que se quede o venda La Caixa es muy relevante, pero ese escenario no cambiaría.

Los fondos GIP y CVC han apoyado que IFM tenga, en función de su participación, una posición en el consejo acorde a ella: en principio contaría dos representantes. El 17% también les daría esta posibilidad.

Los mensajes se lanzan a la opinión pública, aunque el éxito de la opa -si al final no es vetada-, no depende de  los accionistas minoritarios particulares, ya que el actual free-float está también compuesto por otras entidades de inversión colectiva. Pero sí se crea una imagen positiva de fondo que invierte a largo plazo y que apuesta por las en general rentables energías renovables, Podría ser un punto a favor para IFM de cara a las decisiones de La Caixa y del Gobierno.

Todo depende de la posición que adopte el Ejecutivo, y los mensajes más directos también se ultiman, en especial al ministerio que dirige Calviño. Si bien, al igual que La Caixa, la publicación del folleto de la opa es determinante, allí se plasmará o no los compromisos que ahora se lanzan. La importancia estratégica de Naturgy no es un tema que se discuta.