Otra variante del coronavirus

01/02/2021

Josep M. Orta.

Aunque parezca increíble la campaña electoral catalana ha propiciado, incluso, un efecto balsámico en la sociedad catalana. La incertidumbre de resultado y lo anodino de los mensajes que difunden mayoritariamente por medios telemáticos ha propiciado que el dichoso coronavirus haya dejado de ser el monotema de conversación, o mejor dicho una derivada del mismo tema, pero no es lo mismo hablar siempre de lo mismo que hablar casi de lo mismo.

El tema del coronavirus no sólo aburre si no que ha monopolizado buena parte de los informativos y de las relaciones sociales. Durante muchos meses todo ha girado en torno a la dichosa pandemia y aunque la convocatoria electoral también tiene como trasfondo el citado virus, como mínimo propicia que se introduzca un nuevo elemento en las conversaciones.

Son unas elecciones que dan miedo físico, muchos ciudadanos ponen sobre la mesa unos temores que no son estrictamente políticos, aunque los comentarios no versan únicamente sobre los nuevos infectados si no por los temores de los que se produzcan en la votación. Incluso hay una campaña de resistencia entre los que han tenido el “honor” de ser elegidos como miembros de las mesas electorales para tratar de renunciar a este deber cívico, mientras los vestidos de astronauta que prometen facilitarles para evitar el contagio son carne de no pocos cachondeos.

Por otra parte muchos ciudadanos que no tienen otra obligación que acudir a la llamada de las urnas se preguntan si este deber cívico no les traerá consecuencias desagradables en su salud. Normalmente en las anteriores elecciones se votaba pausadamente, sin colas… era un trámite que se resolvía en cinco minutos. Sin embargo ahora, con los horarios de votación recomendados (el personal de riesgo a primera hora, los contagiados sin síntomas por la tarde…) el temor que este acto sea una fiesta para el virus es muy extendido. Pero la alternativa de votar por correo para muchos no es menos insegura. Las colas ante las estafetas para solicitarlo tampoco acostumbran a crear confianza a quienes pueden elegir este sistema de votación.

Mientras hay un colectivo importante que no podrá votar por falta de medios. Las personas mayores que están en residencias es materialmente imposible que puedan ejercer este derecho. Lo decía una asistenta: si acuden a votar se les ha de acompañar, después desinfectar la ropa, lavarlos y vestirlos… con el personal que tenemos es un trabajo materialmente imposible.

Parece que muchos se añadirán a los abstencionistas habituales por temor o por imposibilidad física de hacerlo, pero esta es otra variable de esta atípica campaña

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