El fondo europeo, un dinero con freno y marcha atrás

03/02/2021

José María Triper.

Mientras el gobierno español espera, como dicen del agua de mayo, esos 150.000 millones de euros del Fondo Europeo de Reconstrucción para salvar una economía en estado agónico, las circunstancias y requisitos que están marcando el devenir de esos dineros, tanto en Bruselas como en esta España nuestra parecen indicar que ese maná comunitario no llegará en los plazos convenidos y que, posiblemente, tampoco vendrá en las cantidades acordadas por los que, como está ocurriendo con las vacunas sanitaras, tampoco habrá dosis para todos los sectores afectados.

Tras confirmarse la caída histórica del PIB del 11 por ciento en 2020, la mayor del mundo desarrollado; que tenemos un déficit y una deuda públicas disparados en el entorno del 9 por ciento  y del 120 por ciento del PIB, respectivamente; y un paro real de mas de cinco millones de personas incluyendo los autónomos y los afectados por los ERTE, la economía española adolece en la UCI, Pedro Sánchez y el equipo económico del Gobierno fían la solución de todos sus problemas a ese elixir que vende Europa y, de hecho, ya han incluido 27.000 millones de ese fondo en los Presupuestos del Estado para el año en curso.

Sin embargo, y como les ocurre a esos cuatro corazones de la magistral comedia de Enrique Jardiel Poncela, lo que parece algo maravilloso puede llegar a convertirse en una profunda decepción que les aboque, y nos aboque a todos, a la más profunda recesión y a la miseria.

Es en este contexto donde hay que recordar que, para librar esos dineros del Fondo de Reconstrucción, aparte de la aprobación de todos los estados miembros la Comisión va exigir el “máximo consenso” y la plena coordinación con las comunidades autónomas en todo lo que concierne a los proyectos y al reparto de los Fondos, como ya ha avisado la presidente de la CE, Úrsula Von der Leyen,. Condición esta que dista mucho de lo que dispone el decreto aprobado la semana pasada en el Parlamento español, gracias a la incoherente abstención de VOX, y que va a permitir a Pedro Sánchez manejar el dinero europeo sin control y sin consenso en unas condiciones que huelen demasiado a opacidad, corrupción y clientelismo.

Riesgo este sobre el que ya han alertado muchos presidentes autonómicos que denuncian la nula comunicación con el Gobierno y que los criterios de reparto elegidos por Moncloa rompen con el sistema de financiación autonómica y los principios de la UE. Al tiempo que se temen, en palabras del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo que como siempre “gana Cataluña y perdemos los mismos”.

Pero la Comisión Europea exige también, y como requisito esencial, que las medidas y proyectos presentados por los distintos países beneficiarios cumplan con los requisitos y las recomendaciones aprobadas por la propia Comisión y por  el Consejo Europeo, con la advertencia ya prevista en el reglamento de los Fondos de que de no hacerlo así se recortará, como primera medida de castigo, un 25 por ciento de la cantidad prevista para el país infractor, lo que en el caso de España supondría una rebaja de nada menos que 37.000 millones de euros.

Y aquí surge el escollo más grave que amenaza más grave para España, porque entre las exigencias principales de Bruselas a nuestro país se encuentran el proyecto de reforma laboral que debe respetar el principio de flexibilidad en el mercado de trabajo que inspiró la reforma de Fátima Báñez en el año 2012. Eso y también una reforma que garantice la sostenibilidad del sistema de pensiones y garantizar de una vez por todas y de forma efectiva la unidad de mercado. Condiciones que se antojan de muy difícil cumplimiento por la beligerancia y el rechazo respecto a las dos primeras, de Podemos en connivencia con los sindicatos mayoritarios que ya han anunciado una huelga general, y de los socios nacionalistas de la “Frankestein” en el caso del mercado.

Y todo esto cuando las estimaciones de la propia Comisión Europea apuntan a una recuperación más lenta de lo que se esperaba y nos encaminamos a un empobrecimiento de las familias que nos hace retroceder 15 años en términos de riqueza. ¡País!

 

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