Los equipos de campaña de las diferentes formaciones que concurren a los comicios catalanes han sido muy conservadores y han apostado por una campaña clásica con las limitaciones impuestas por el coronavirus. O sea, lo de siempre: intercambio de insultos, promesas que son un brindis al sol, mentiras, sloganes que no dicen nada y la irrupción de planteamientos fascistas en no pocas intervenciones en los medios de comunicación. O sea, nada fuera de la normalidad.
Hay equipos de expertos en este tipo de menesteres y curiosamente todos han adoptado por lo seguro y nadie se ha atrevido – es impensable que no se lo hayan planteado- afrontar estas elecciones con la situación que quedará la sociedad tras la pandemia.
Parece evidente que una vez superada esta plaga el mundo será muy diferente y con un ritmo mayor o menor todos nos tendemos que adaptarnos a un mundo nuevo en el que cambiarán tanto las relaciones laborales, económicas o sociales. Parece evidente que el teletrabajo se irá imponiendo en numerosas empresas lo que conlleva por una parte el ahorro de sedes sociales (no desaparecerán, pero podrán quedar reducidas al mínimo, cuando se requiera una presencia física que no se pueda sustituir por una videoconferencia) y con ello posibilitarán que muchas personas puedan “deslocalizarse” en segundas residencias (que quizás se convertirán en las primeras) y sólo acudirán al centro laboral para reuniones varias. Ello puede conllevar que el comercio se tenga que adaptar y quizás las ventas a través de internet y entrega a domicilio obliguen a no pocos comercios a adaptarse a una situación nueva.
Sólo es un apunte de las cosas que cambiarán después de la pandemia, hay otras muchas que se me ocurren (cambiarán el diseño de los pisos para adaptarse a hipotéticos nuevos convinamientos, el transporte privado sufrirá una revolución, seguiremos llevando mascaretas como modo de protección, las relaciones sociales…). Y a parte de las repercusiones en la forma de vivir personal, presumiblemente estos cambios también afectarán a las estructuras económicas, las del Estado y, por descontado a las relaciones internacionales. Todo ello al margen de las innovaciones tecnológicas que irán saliendo
El miedo ha nuevas pandemias forzara a muchos cambios en nuestra vida, sin embargo ningún partido se ha molestado en plantearse en la campaña catalana sus propuestas de como canalizar este mundo nuevo al que indudablemente estamos abocados. Todos estos cambios que se nos avecinan han quedado al margen de sus proclamas políticas, quizás intencionadamente o acaso por que ni siquiera se lo han planteado y dejan que sean los acontecimientos los que articulen su futuro discurso.
Y en este más de lo mismo cabe destacar la decisión de la Junta Electoral de hacer retira de la fachada del ayuntamiento de Ripoll un cartel con la palabra “democracia”. El pintoresco razonamiento de quien ha de ser árbitro del partido electoral ha sido que esta palabra “representa una simbología asociada a una formación política”.
O sea, una campaña vieja, como las del pasado en un mundo que respira futuro por todas partes.
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