La Sala Fundación Mapfre Recoletos de Madrid acoge hasta el 9 de mayo las exposiciones ‘Jawlensky. El paisaje del rostro’ y ‘Tomoko Yoneda’.
La muestra ‘Tomoko Yoneda’, comisariada por Paul Wombell, supone la primera exposición en Europa de la obra de la fotógrafa japonesa, con más de cien imágenes, incluyendo sus últimos trabajos, como ‘Diálogo con Albert Camus’, ‘Correspondencia. Carta a un amigo’ o ‘Cristales’.
También se presenta una nueva serie inédita sobre la Guerra Civil española y la figura de Federico García Lorca, resultado de un encargo específico de Fundación Mapfre. El recorrido por la exposición engloba 17 proyectos fotográficos, y también cuenta con material documental perteneciente a la propia artista: libros, postales, cámaras de fotografía, un vídeo y otros objetos.
Tomoko Yoneda (Akasi, Japón, 1965), estudió fotografía en Chicago y más tarde en Londres, donde vive actualmente. Animada desde joven por la vocación periodística, sus obras suelen hacer referencia a hechos históricos contemporáneos: paisajes e interiores asociados a conflictos armados con los que quiere dejar constancia de la presencia intangible de la historia en el transcurso cotidiano de la vida y no sólo en los monumentos que la evocan o los restos que dan testimonio de ella.
El paisaje del rostro
Por su parte, la muestra ‘Jawlensky. El paisaje del rostro’ está comisariada por Itzhak Goldberg y recorre la trayectoria del pintor ruso. El recorrido cronológico, con más de un centenar de obras, se enriquece con piezas de distintos artistas que compartieron inquietudes e intereses con Jawlensky o tuvieron determinada influencia sobre él: los franceses Pierre Girieud, Henri-Edmond Cross, André Derain, Henri Matisse o Maurice de Vlaminck, compañeros de viaje durante el período postimpresionista y fovista; la pintora Marianne von Werefkin, compañera de Jawlensky hasta 1921; Gabriele Münter, una de las pocas mujeres asociadas al expresionismo alemán; o Sonia Delaunay, a quien le une el uso vibrante del color.
Tras una primera etapa artística en su país natal, el ruso Alexéi von Jawlensky (1864-1941) desarrolló la mayoría de su carrera en Suiza y Alemania, donde, en contacto con Kandinsky su círculo, se convierte en uno de los protagonistas del movimiento expresionista a través de la Nueva Agrupación de Artistas de Múnich y de su relación con el grupo El Jinete azul.
Pionero en el desarrollo de una pintura que camina hacia la abstracción, su obra se basa en series y retornos casi obsesivos sobre un mismo tema, en especial sobre el rostro.
Jawlensky representará una y otra vez el semblante a la búsqueda de una imagen «esencial», invisible, en una indagación que remite al icono ruso y su significado. La tenacidad de Jawlensky en torno al rostro nos sitúa ante un intenso testimonio del proceso de creación artística y ante un asunto clave en nuestro presente: la contemplación del rostro ajeno cuando, por diversas razones, con frecuencia se nos presenta velado.
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