La culpa fue del chachachá

17/02/2021

José María Triper.

Era de esperar conociendo al personal que ahora está al mando. Los funerales por el desastre anunciado del Partido Popular y Ciudadanos, el día después, se convirtieron en un cierre de filas de los responsables, un autoengaño de mensajes continuistas, y un echarle la culpa al chachachá (léase Bárcenas y sede de Génova). Ni un solo reconocimiento de errores, ni propósito de enmienda, ni asunción de responsabilidades, ni cambios de estrategia y, por supuesto, ni una sola dimisión.

Por empezar por el batacazo más sonado, que no el más grave por sus derivadas, el desplome de la formación naranja, se interpreta en todos los círculos políticos y de analistas como el certificado de defunción de una partido en extinción. Hace tiempo ya que Ciudadanos es un partido con cargos pero sin votantes, ha perdido su utilidad para los ciudadanos, y ha pasado de ser la gran esperanza del centro liberal para convertirse en la bisagra necesaria entre socialistas y populares e impedir el chantaje de los nacionalistas a terminar como el felpudo de Pedro Sánchez, al que ha avalado en muchas de sus autoritarias y erróneas decisiones sin recibir más que desprecios, y al que sigue ayudando manteniéndose como una de las tres marcas que dividen al centroderecha.

Más grave por sus consecuencias es el descalabro del PP de Pablo Casado, un partido que se encuentra seriamente amenazado por ese sorpasso de VOX en la segunda comunidad de España que, aunque lo nieguen o no lo quieran ver, puede tener un efecto dominó en el resto del país, a mayor gloria de Sánchez.

A diferencia de Ciudadanos, en el caso de los populares lo que está en cuestión no es su utilidad, sino el liderazgo de un Pablo Casado al que todos señalan como el culpable de una campaña lamentable y que ha sido incapaz de atraer los votantes perdidos en el naufragio de Arrimadas que prefirieron suicidarse en la abstención o agarrarse a los salvavidas del PSC y de VOX.

La pésima gestión y peor política de comunicación que el líder popular y su equipo están teniendo en el caso Bárcenas junto al insólito y pusilánime desmarque de las actuaciones del gobierno de Rajoy y de las fuerzas del orden durante el golpe el 1-O, ha arrastrado a un excelente candidato como Alejandro Fernández, posiblemente el mejor y más preparados de cuantos se presentaban, hasta la irrelevancia.

Una bancarrota electoral más, que se suma a las cosechadas en las generales, europeas y las autonómicas del País Vasco, que contrastadas con el histórico triunfo de Juanma Moreno en Andalucía, la renovación de la mayoría absoluta de Núñez Feijóo en Galicia, o con las encuestas muy favorables para Díaz Ayuso y Martínez-Almeida en Madrid o Fernández Mañueco en Castilla y León, parecen demostrar que el problema real no es la marca Partido Popular sino la estrategia, el mensaje, las contradicciones y el equipo directivo de un partido que en tres años no ha sabido conectar con el electorado y construir una alternativa de gobierno sólida y creíble y que ha sido incapaz de pilotar esa refundación y refundición del centroderecha que esperan una mayoría de electores y España necesita.

Pues eso, que  la culpa fue del chachachá, mientras que desde el Gobierno Pedro Sánchez y su estratega Iván Redondo, se regodean por el éxito del llamado “efecto Illa”, que ha colocado al PSC como la primera fuerza política de Cataluña, y por el fuerte avance del partido de Abascal, que de consolidarse puede llevarle a conseguir otro de sus grandes objetivos, que en las próximas generales los votantes moderados y constitucionalistas tengan que elegir entre el PSOE o VOX para perpetuarle en La Moncloa.

¿Te ha parecido interesante?

(+3 puntos, 3 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.