Cataluña, ni mentarla

17/02/2021

Luis Díez.

Cataluña no existe. Esa impresión obtendría cualquier observador de la vida política española que el miércoles, 17 de febrero, se interesara por lo ocurrido en la sesión de control al Gobierno por parte del Parlamento. Apenas cincuenta horas después de conocer los resultados de las elecciones catalanas del 14 del corriente, la oposición de derechas decidió olvidarlos y mirar hacia otro lado. Lógico. El líder del PP, Pablo Casado, no estaba para fiestas tras el batacazo de su partido, y la dirigente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, mucho menos, tras alcanzar la insignificancia después de haber sido la primera fuerza en Cataluña. De ahí que en vez de interesarse por la nueva situación política en esta nacionalidad histórica donde el PSC ha obtenido una gran victoria con el exministro Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat, ambos políticos menguantes hayan preguntado al presidente Pedro Sánchez cuando va a cesar a Pablo Iglesias, en este caso por haber hablado del déficit democrático y proferido su opinión de que España no es una democracia plena.

Entre irónico y sorprendido, Sánchez preguntó a Casado si había registrado su pregunta antes de las elecciones del domingo. El del PP torció el gesto. Tanto a él como, después, a Arrimadas, les respondió que su obligación es mantener la estabilidad política y dirigir la acción de gobierno para acabar con la pandemia del coronavirus, relanzar el empleo con una economía más fuerte y sostenible y seguir avanzando en la lucha por la justicia social y contra las desigualdades. Todo lo cual es estupendo. Y por cierto que Sánchez no desaprovechó la oportunidad de recordar al jefe de filas del PP su falta de apoyo a las decisiones adoptadas en esa dirección. Pecó de generalista en este punto, ya que los conservadores respaldaron la ley del mínimo vital.

Pero, sobre todo, Sánchez, quiso situar a Casado ante su responsabilidad por fuerte ascenso de la ultraderecha, cuyos mensajes de odio al diferente (lo mismo que Trump) han calado en Cataluña, donde ha obtenido 11 escaños frente a los tres del PP. “Eso no se resuelve cambiando de piso”, le dijo en referencia la decisión de la dirección del partido conservador de abandonar su histórica sede en Génova, 13. Después de citar ‘El sirviente’, el filme sobre un criado que acaba dominando al señor, pidió a Casado que no siga alimentando a Vox en autonomías y ayuntamientos, y que practique una oposición útil y con sentido de Estado. “Debe escoger entre el camino de la moderación o el de la perdición que le mostraron en Cataluña por sus complejos con la ultraderecha”.

El mensaje del criado y el amo fue aprovechado por el ‘número dos’ del PP, Teodoro García Egea en su habitual monólogo contra Iglesias, para afirmar que esa relación se verifica, en efecto, en el seno del Gobierno entre el populista y el socialista. Imaginación que no falte. Los peones de Casado, al que aplaudieron a rabiar puestos en pie, repitieron el mismo disco del jefe, pidiendo a Sánchez que expulse al malvado comunista y populista bolivariano Iglesias. Éste ratificó su opinión sobre el déficit democrático. Algo pasa cuando un partido se ha financiado ilegalmente durante décadas, dijo en referencia al PP, o cuando se condena al rapero Hásel y se absuelve a Cifuentes, añadió.

Pese a los esfuerzos de las derechas nacionales –el portavoz de los vóxidos se sumó a la demanda del cese de Iglesias– para no hablar de Cataluña, Miriam Nogueras, sustituta de Laura Borrás, candidata de Junts, quiso saber si después del domingo Sánchez piensa que existe un conflicto en la sociedad catalana. Y el presidente aprovechó la cuestión para afirmar que la sociedad catalana ha apostado por una salida de izquierda a la crisis sanitaria, económica y social. Sin entrar en la mayoría absoluta que supone la suma de los 33 escaños del PSC, otros tantos de ERC y los 8 de En Común Podemos, subrayó que “Cataluña necesita un Gobierno distinto, un gobierno progresista liderado por el PSC y los comunes”. Y eso excluye a la derecha separatista, con Puigdemont en Waterloo. Cierto que para ello habrá que contar con los republicanos y que éstos no dijeron ni mu en el pleno del Congreso.

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