Llevamos más de un año de pandemia con el coste y las protestas que ello ha provocado. El dilema salud-economía se puso muy pronto sobre la mesa y el compatibilizar los diferentes intereses parece que es una ecuación de difícil resolución.

Las aperturas que han propiciado los momentos que parecía que el coronavirus se empezaba a controlar han sido contraproducentes. Recordemos el puente de la semana de la Constitución o el de las fiestas navideñas. Pocos días después los afectados por la enfermedad se dispararon.

La campaña de la nieve este invierno no ha existido y ahora desde diversos sectores se plantean qué hacer en la próxima Semana Santa en unos momentos en que los datos pueden generar un cierto optimismo, pero también el riesgo de una cuarta oleada de infecciones que vuelva a empeorar la situación.

Las autoridades médicas, que son las que entienden del tema permiso de los jueces, de momento guardan un prudente silencio conscientes de que según qué medidas tomen son muy perjudiciales para determinadas actividades, sin embargo, los que sí que han hablado han sido algunos responsables del sector turístico. Algunos esperaban que apostaran por el “pan para hoy, hambre para mañana” pero los que han dado la cara han apostado por el sentido común. “Nos interesa salvar la campaña de verano” aseguraron al tiempo que constataban que los riesgos de reactivar la enfermedad por abrir ahora unos cuantos días son demasiado fuertes para apostar decididamente para mantener la inactividad durante estas fechas en espera que dentro de unos meses la situación haya mejorado tanto por el civismo de los ciudadanos como por los efectos de la vacuna y les permita recuperar una cierta normalidad.

También son conscientes que tras este largo año de pasión son muchas las personas que necesitan recuperar el tiempo perdido tras tanto confinamiento y reanudar las actividades de esparcimiento. Por ello rezan para que este verano puedan recuperar su actividad de una manera casi plena y empezar a hacer caja. Además, si su apuesta les sale bien pueden ser el motor para relanzar otros sectores de la economía y, soñar es gratis, que muchas de las persianas que temíamos que estuvieran bajadas para siempre se den una segunda oportunidad.

El futuro bien vale sacrificar una Semana Santa. No deja de ser una inversión