Los problemas de suministro de equipos médicos y material sanitario que se han
producido a raíz de la pandemia, y las limitaciones a la exportación impuestas por algunos Gobiernos, ponen de manifiesto la considerable considerable exposición de la actividad económica europea a múltiples riesgos de naturaleza geopolítica, señala el análisis La autonomía estratégica abierta de la UE, elaborado por Pilar L’Hotellerie-Fallois, Marta Manrique y Antonio Millaruelo, y que se publicará en el próximo Informe del Banco de España sobre la Economía en el primer trimestre de 2021

La elevada sensibilidad de la economía europea a este tipo de perturbaciones se deriva, entre otros factores, de su dependencia de fuentes externas de
materias primas, tanto energéticas como otras fundamentales para el desarrollo de nuevas tecnologías.

Pero también de su alto grado de apertura comercial, «lo que supone
que la UE sea particularmente vulnerable al cuestionamiento reciente del multilateralismo instaurado por el consenso de Bretton Woods tras la Segunda Guerra
Mundial, al despliegue de políticas proteccionistas en Estados Unidos en los últimos años y a acontecimientos como el Brexit», señala el análisis del Banco de España.

El Consejo de la Unión Europea del 1 y 2 de octubre de 2020 definió como un objetivo clave de la Unión «alcanzar una autonomía estratégica, al tiempo que se mantiene una
economía abierta». Este concepto, que que tradicionalmente se había utilizado en el ámbito de la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, se introdujo de manera más transversal en la estrategia global de la UE en 2016. Y recoge «la aspiración de la Unión Europea de proyectar de forma independiente su influencia en el escenario
mundial —reforzando el marco de gobernanza multilateral y el diálogo y la cooperación con los socios exteriores— y defender, al mismo tiempo, sus intereses y valores en el
ámbito externo e interno».

Así, en enero de 2021, la Comisión Europea propuso reforzar la autonomía estratégica en el ámbito financiero y de los sistemas de pagos con actuaciones en
dos vertientes:

• 1.-aumentar la relevancia internacional del euro, promoviendo su uso y el de instrumentos e índices de referencia denominados en esa divisa, y fomentando su papel como moneda de referencia en sectores clave, como los de la energía y las
  materias primas. La posible introducción de un euro digital forma parte de este conjunto de iniciativas
• 2.-acciones para reforzar la resiliencia de las infraestructuras de los mercados financieros de la UE, y mejorar la efectividad y autonomía del régimen de sanciones de la Unión.

En la misma dirección, la Comisión Europea revisará en 2021 la estrategia de política industrial que publicó en marzo de 2020 para tener en cuenta las vulnerabilidades identificadas a raíz de la crisis del COVID-19.

Para garantizar que las condiciones de competencia en el mercado interior no
se vean distorsionadas, la Comisión Europea ha puesto en marcha un mecanismo de análisis de la inversión extranjera directa, que completará en 2021 con un sistema de evaluación de las ayudas de Estado que pudieran haber recibido las empresas internacionales que quieran acceder al mercado europeo.

El análisis del Banco de España considera que «una política industrial común
renovada podría contribuir a que la UE mantenga su liderazgo en sectores sensibles y de alto valor añadido».

Pero también avisa que «sería necesario un fortalecimiento decidido del marco
de gobernanza europeo, con herramientas permanentes de aseguramiento mutuo que mitiguen las asimetrías entre países y sectores —como una capacidad fiscal central, un seguro de desempleo o un activo seguro común— y un refuerzo de las políticas de cohesión».