Draghi y el gesto de Biden

10/03/2021

José María Triper.

De puntillas y eclipsada por el 8-M y sus derivadas, la inmunidad de Puigdemont y las deposiciones de Bárcenas, así ha pasado por los medios de comunicación la suspensión temporal de los aranceles de EEUU a los productos agroalimentarios europeos. Un acuerdo entre la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden que, en opinión de la mayoría de los afectados, supone el primer paso para la eliminación definitiva de una de las mayores tropelías de su antecesor, Donald Trump, castigando a los vinos, quesos, aceites y aceitunas españolas, entre otros productos, por una “guerra” en las aeronáuticas Boeing y Airbus.

Un sector, el agroalimentario que es uno de los puntales de nuestra economía, que aporta el 5,8% del PIB nacional, emplea a más de cuatrocientos mil trabajadores y que en el año 2020 realizó exportaciones por valor de 57.400 millones de euros, siendo Estados Unidos el séptimo destino mundial de nuestras las ventas exteriores del sector.

Pero más allá de su impacto económico, el gesto de Joe Biden apunta a un cambio radical en el rumbo de las relaciones políticas y económicas entre el gigante norteamericano y la Unión Europea, poniendo fin a la hostilidad que presidió la gestión de Trump, que siempre vio a Europa como un enemigo y no como aliado y que fue el principal apoyo de del divorcio entre la Unión y el Reino Unido.

“Con Biden nunca hubiera habido un Brexit”, comentaba un exportavoz de Economía en el Congreso y destacado analista internacional, destacando que con la nueva administración Estados Unidos vuelve a la senda del multilateralismo, el libre comercio, el antagonismo y el rechazo a los movimientos populistas y a los nacionalismos, y a la sintonía con una Europa unida y fuerte.  Asunto este último trascendental para el nacimiento de un nuevo orden mundial y para el que se apunta como decisivo el papel del nuevo primer ministro italiano, Mario Draghi.

El ”Supermario”, como se le conocía durante su etapa al frente del Banco Central Europeo, que apuesta decididamente por el europeísmo y las reformas, que tiene la máxima confianza y el respaldo de Bruselas y de los inversores internacionales, que en menos de quince días de mandato ha conseguido reducir la prima de riesgo italiana en más de 30 puntos básicos, desde los 120 al entorno de 90, y que ha acercado a su país a esta España nuestra en los mercados pese a tener cuarenta puntos más de deuda, y que asumiendo la recuperación de la economía y la superación de la pandemia como prioridades de su actuación ha formado un gobierno de técnicos entre los que destacan el que fuera consejero delegado mundial de Vodafone, Vittorio Colao, como ministro de Innovación y Transición Digital y el nuevo titular de Economía, Daniele Franco, presidente saliente del Banco Central Italiano.

Además, en un gesto sin precedentes y pensando sólo en el interés de su país ha puesto al frente de la campaña de vacunación a un general experto en el ámbito de la logística, Francesco Paolo Figluolo, con amplia experiencia en afrontar situaciones complejas de forma rápida y capilla en todo el territorio italiano. También ha sido Italia el primer país de la UE en esgrimir el nuevo Reglamento comunitario sobre restricciones a la exportación de vacunas para impedir la salida de un cargamento de dosis de AstraZeneca con destino a Australia, tras el incumplimiento de contrato de la farmacéutica anglosueca. Lo mismo que en España.

Tras la marcha de Angela Merkel en septiembre, después de las elecciones alemanas, y el oscurecimiento de Macron, Mario Draghi se perfila como el nuevo líder europeo y el impulsor del nuevo eje Berlín-París-Roma, como núcleo central y director de la Unión Europea, su política económica y sus estrategias internas e internacionales.

Eje del que no forman parte España ni el gobierno de Pedro Sánchez de quien sus socios europeos y Washington ni se fían ni consideran y al que miran con recelos similares al de la Grecia del fallido Alexis Tsipras. El ninguneo de Biden a Sánchez, el único de los líderes internacionales al que ignora y al que sigue ninguneando tres meses después de su llegada a la Casa Blanca.

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