Antes del armisticio

09/04/2021

Hernando F. Calleja.

Alguna vez me he referido a la ansiedad social que se produce con la proliferación de previsiones económicas. Es una etapa como en la que estamos, creo que este fenómeno exacerba esa ansiedad. En las últimas semanas, con motivo del cierre del primer trimestre del año, se ha acumulado las revisión de las previsiones de distintos organismos y centros de estudios con un denominador común de recorte de las expectativas. Alguna vez me he atrevido a recomendar a lectores del común, no profesionales de la economía en sentido amplio, que elijan un organismo que les merezca mayor confianza o fiabilidad y se atengan a sus previsiones y no tengan en cuenta el bombardeo diario que producen toda clase de observatorios.

Este consejo es vano para los políticos, que según les vaya, se acogen al último informe para utilizarlo como arma arrojadiza a sus oponentes, aunque a los pocos días, otro informe que diga algo distinto al anterior será utilizado en sentido contrario. La errática variación de las previsiones hace aconsejable, pues, pasar a los datos reales, y leerlos en proyección hacia atrás, partiendo de datos más actualizados.

Y lo que dicen esos datos es que el paro, la primera preocupación de los españoles, ha evolucionado en marzo favorablemente, reduciéndose en  59.149 personas (31. 277 en datos desestacionalizados). La mejoría corresponde a los servicios, aunque también la industria y la construcción se reanimaron modestamente; por el contrario, en la agricultura se incrementó el 1,24 por ciento. Sin embargo, los datos de actividad no parece que alienten un cambio de tendencia en el desempleo. La utilización de la capacidad productiva en el primer trimestre del año se situó en el 75,7 por ciento, con un retroceso sobre 2020, de 1,4 puntos. El índice de consumo al por menor también desciende 2,4 puntos  y la matriculación de vehículos en enero y febrero empeora 12,3 puntos. Lo mismo ocurre con las exportaciones, que bajan 1,4 puntos respecto al año pasado.

Esta síntesis obligada de datos nos enfrenta a una realidad llena de incertidumbres. Gravita de manera decisiva la evolución de la pandemia, que si mantiene su tendencia de leve incremento de la incidencia puede dar, según la mayoría de los expertos, en una cuarta ola, que sería demoledora, no solo por su capacidad de condicionar los resultados económicos, sino por el efecto de desmoralización de una población ya suficientemente desmotivada. La marcha de las vacunaciones también es determinante, por la causalidad directa en una mejor disposición de las autoridades para flexibilizar el control y, por lo tanto, la actividad en algunos sectores.

Hay dos elementos que montan guardia en la situación y que, a nada que mejoren las expectativas, pueden ayudar decisivamente a la recuperación, que son la tasa de ahorro privado, que se disparó en 2020 y que ha acumulado por encima de los 60.000 millones de euros y el curso que sigue la financiación al sector privado, que ya en 2020 fue positiva y que en lo transcurrido de este año alcanza una tasa interanual 2,4 puntos superior a la del año pasado.

Hay a quienes les gusta introducir la lírica en estos menesteres y concluirían con algo así como luces y sombras en la economía española. El que suscribe prefiere ser más directo y decir, a secas, que nadie se suba a la azotea porque sería una bobada ser la última víctima antes del armisticio.

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