Francisco Román, presidente de Vodafone, ha pedido “mayor estabilidad” en el regulador de las telecomunicaciones porque, a pesar de que éste ha contado con excelentes profesionales, el retraso en su recomposición no ha sido bueno para nadie. En una intervención en Nueva Economía Foro, Román ha pasado revista a la actual situación de las telecomunicaciones y se ha mostrado partidario de que el regulador no se preocupe tanto por la competencia en lo que ya existe como en asegurar que la haya en la que está por venir, es decir en el despliegue de la red de fibra óptica.

La segunda operadora de telefonía móvil en España ha reconocido, como hace unas semanas reivindicaba en otro foro el presidente de Telefónica, César Alierta, que el impresionante despliegue de la telefonía móvil y sobre todo de la red de banda ancha móvil solo ha sido posible gracias a la red de telefonía fija existente ya y que pertenece al antiguo monopolio de telefonía.

Parece que ahí reside uno de los nudos gordianos de las telecomunicaciones en la actualidad y de su desarrollo futuro. Todos consideran que el porvenir pasa por la utilización de la red móvil para todo tipo de comunicaciones pero que ésta es imposible que se desarrolle por sí misma y que necesita de la red fija, el cobre en la actualidad y la fibra óptica a medio plazo, para alcanzar su plenitud.

Telefónica reivindica que la red actual es de su propiedad, ya que los accionistas se la pagaron al Estado con la privatización de la compañía, y los operadores que vinieron después destacan que el despliegue fue posible porque era una actividad desarrollada en régimen de monopolio y por lo tanto que tiene ventajas que otros no conseguirán alcanzar nunca.

Para Vodafone la actual situación, en la que los incentivos que las empresas dan para la adquisición de terminales son cada día más importantes, puede colapsar la marcha de las empresas. Y eso es así porque el dinero destinado a subvencionar los terminales es ya similar al que se dedica a la inversión en infraestructuras. Todo ello, como dijo, Román, en unos momentos en los que los ingresos están cayendo por la menor actividad en España.

En este sentido pidió a los reguladores que se preocupen menos por “incentivar la competencia en un segmento que ya es muy competitivo”  y más por conseguir que Telefónica abra más su actual red. Puso un ejemplo, Telefónica limita a 30 megas la capacidad de utilización de la red de cobre por parte de terceros, cuando podría ampliarla. Es una forma de limitar la competencia, dijo Román, porque solo Telefónica puede ofrecer más capacidad de banda ancha por la red tradicional.

En el otro aspecto en el que Vodafone tiene una posición distinta es sobre el despliegue de la red de fibra óptica. Telefónica considera que ésta es una infraestructura nueva, surgida después de la finalización del monopolio y por tanto que “quien quiera fibra óptica que la pague”, por la vía de desarrollarla directamente o por alquilarla al precio que establezca el propietario. Vodafone, en línea con lo sugerido por la comisaria europea del sector, considera que los antiguos monopolios siguen teniendo una ventaja competitiva y que por lo tanto deben compartir sus inversiones nuevas a precios rebajados para terceros de forma que así se acreciente la competencia entre operadores.

Naturalmente, Francisco Román hizo gala de que la compañía que él preside en España es un operador nuevo en todos los países en los que actúa y que no procede en ningún caso de compañías que en su momento fueron un monopolio en algún país.