Ya estaban tardando…

28/04/2021

Hernando F. Calleja.

No por esperable deja de sorprender la reacción del Gobierno en torno a los Expedientes de Regulación de Empleo anunciados por los grandes bancos españoles. No sorprende, desde luego, la reacción de Pablo Iglesias y algún otro miembro de Unidas Podemos cuando se han acogido a lo más esperable de dicho partido, a saber, que en el caso de CaixaBank, el Estado haga valer su presencia accionarial para intentar frenar el ERE, sin dejar pasar la ocasión, por supuesto, de recordar las ayudas que las entidades han recibido durante la anterior crisis financiera.

Más sorprendente para mi es que el Ministro de Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá haga la misma mención de las ayudas, como si en otros menesteres anteriores no se hubiera pronunciado tanto sobre la pertinencia de la concentración bancaria como de las propias ayudas. Y la sorpresa morrocotuda me la ha dado la vicepresidenta Económica, Nadia Calviño quien ha abogado porque se moderen los ERE y, además se ha dirigido al Banco de España para que tome cartas en el asunto de los ajustes laborales y de las remuneraciones de los más altos ejecutivos de la banca privada. La señora Calviño parece haber olvidado el estatuto de independencia del regulador y que esta apelación pública sobrepasa el perímetro de esa independencia.

Ya estaban tardado en la Administración y la política en movilizarse frente a los bancos que encaran con medidas severas la situación financiera, cayendo, con reiteración, en contradicciones flagrantes. No se puede reconocer y hasta estimular la necesidad de concentrar el sector para darle mayor consistencia, fiabilidad y solvencia y, a las primeras de cambio, escandalizarse porque esos mismos bancos, que han absorbido entidades de más que dudoso futuro, adopten medidas de ajuste de todo tipo, no solo laboral, así como fuertes inversiones en digitalización y adaptación a los modelos de banca más avanzados y, por lo que vemos, más utilizados por la clientela. Afortunadamente, la salida de Iglesias del Gobierno aleja el espectro de que la representación del Estado, (espero que transitoria), se injiera en la gestión de la primera entidad española.

El 24 de marzo pasado, publicaba en este diario un artículo (Competencia bancaria y estado banquero) en el que me refería al sistema de competencia en el sector financiero, dando por muy válido el nihil obstat  de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia a la fusión y mostraba mi desagrado por la presencia del Estado en el capital de CaixaBank. Ya estaban tardando los intervencionistas de toda laya en meterse de hoz y coz en lo que es nuclear en cualquier proceso de fusión, más aún cuando se cacarean las reformas estructurales que van a venir.

Algunos parece que han perdido la memoria, incluso la más inmediata, porque en la presente crisis sanitaria han menudeado las pérdidas en el sector, sin que por el momento se extiendan sombras sobre su solvencia. Y a eso es a lo que hay que atender.

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