Sigue la marcha en el mercado estadounidense y nada indica que tenga ganas de parar de momento. Dìas tras día los índices dedican la jornada a subir y subir e incluso cuando parecen haber llegado a momentos de duda en la siguiente sesión se encargan de disiparlas sin mayor contratiempo.

Para quien vea esto parecerá que nada ha pasado, que no hay temor alguno de una vuelta a la recesión o que el crecimiento económico no está pendiente de un hilo. Un extraterrestre que aterrizara mañana en Wall Street sacaría la conclusión después de ver la sesión de hoy de que las cosas marchan viento en popa y ahí es dónde comienzan mis problemas. No es verdad que todo sea maravilloso.

Si sólo atendemos a los gráficos, incluso, puede que entrar ahora sea demasiado tarde. Definitivamente, es demasiado tarde para entrar al alza por lo que solo cabrían entradas a la baja esperando nuevas caídas del mercado. Pero cualquiera se atreve a ponerse enfrente de este toro y tratar de pararlo y templarlo. El peligro de que te arrolle es grande, aunque a cambio la recompensa a tan suicida comportamiento puede ser auténticamente sabrosa.

Ya saben que a mí me faltan tres o cuatro días de caída y una vuelta a mínimos para que esto sea más creíble, pero poco a poco empiezo a considerar que los que mandan pueden haber dado por finiquitado el asunto bajista y que ahora quieren ir hacia arriba, posiblemente hasta fin de año. Como siempre, la eterna duda.

Y cuanto más esperemos a decidirnos, cuanto más tardemos en sacudirnos de encima la duda, más posibilidades tendremos de errar, porque en el mercado cuando todo es muy evidente es cuando ocurre justamente lo contrario. Fíjense si era evidente que nos íbamos al carajo hace sólo un par de semanas y miren cómo estamos ahora.

Pues ahora mismo estamos como sigue: el Dow ha subido un 2,97%, el S&P 500 un 3,41% y el Nasdaq Composite un 3,50%. Palabras muy mayores para hablar de dudas o, precisamente, números que incitan más que nunca a la duda.