Como el agua que bebes a diario, como ese periódico que empiezas siempre por detrás, como el café de esas mañanas que despierta las cosquillas en tu garganta. Como ese horario, como el trabajo de cada día, como ese bostezo que llega y esa preocupación y el fin de mes y la calderilla en el monedero. Como los días que duelen, su recuerdo sobre la mesa o se oye aquella canción que escuchabas con él. Como el silencio en la casa y el ruido del televisor. Como los gatos en la cocina pidiendo comida y tus pasos por el pasillo hasta el baño y ese espejo en el que te miras. Como tú te ves, no es como te veo yo. No saben verte.

Yo te veo perfecta. Te diría que tus ojos son dos grandes lunas sostenidas por los finos cables que son tus pestañas. Dos lunas llenas de luz. Y tu boca es dulce, la almohada perfecta para sus besos. Siendo la mejor cueva para su lengua. Tu pelo huele a tarde de domingo, a tus manos buscando carreteras por sus brazo con las estrellas rozando el infinito. Y tu nariz el tobogán donde dejar caer pequeños besos.

Yo te veo guapa y contenta. Con el buenos días y la sonrisa dibujada siempre. Cuando hablas todo el mundo se detiene a escucharte y si miras parece que el mundo se detiene. Te veo como la mañana cuando amanece, llena de luz. Con el rimel negro de tus pestañas se tiñe la noche, se cierra el día. Yo te veo atenta siempre, comunicativa, distinta al resto. Cuando miras algo y te ríes y tu carisma se ve a diez leguas. Y aunque estés tan lejos se intuye tu risa. Una risa que transforma el ruido del tren, en el metro, en la mejor música posible.

Yo te veo, porque no puede ser de otra forma, distinta al resto. Y da igual el tiempo que pase, pues cuanto más te conozco más lo pienso. No hagas caso de esa gente que critica, que no sabe caminar tras tus pasos, que no entienden que para ser buena persona hay primero, que aprender a ser persona, y luego ser buena, como con todo, hay que empezar siempre con ser algo para ser luego algo mejor.

Pero como sé que no basta con decirte, que es un honor tenerte entre nosotros. Que nos alegras los días y que tu sonrisa, lo llena todo. Y aún sabiendo que no hay palabras suficientes para explicar todo lo que eres, solo puedo escribirte esto sin guiones, sin punto y seguido, sin paréntesis ni puntos finales.

Ahora podrás enganchar estas palabras en un corcho, o en tu nevera y leerlo, cada día, antes de salir de casa, cuando despiertes y sientas, algunos días, el agobio atravesando tu pecho. Lee y piensa que como tú no hay nadie más. Y que quererte es lo primero que debes hacer para que te quiera él, un día de estos, cuando se cruce con tus ojos y se deshaga entre tu pelo y tu risa.

A ver si ahora, que tienes lo que eres en palabras, te lo aplicas y te quieres. Porque eres, y con palabras te lo digo: perfecta.