El IVA de los mentirosos

12/05/2021

José María Triper.

Si en una especialidad ha demostrado ser maestro y especialista este gobierno del sanchismo, con su presidente a la cabeza, es en la mentira. Mintió Sánchez cuando en dijo que hacía una moción de censura para convocar elecciones inmediatas, mintió cuando dijo que no podría dormir con Podemos en el Gobierno y se acostó con ellos, mintió cuando dijo que nunca pactaría con los filoetarras de EH Bildu, ha mentido con las víctimas de la pandemia, con el comité de expertos que nunca existió, con las compras de material sanitario, con el estado de alarma, con la economía, con la transparencia…, y vuelve a mentir ahora para justificar el atraco fiscal con que amenaza a los españoles y en especial con la supresión del IVA reducido y superreducido.

Una nueva agresión al bolsillo de los ciudadanos porque el IVA superreducido se aplica fundamentalmente a los alimentos básicos como el pan o la leche y a las medicinas es decir que, al igual que ocurre con la supresión de la declaración conjunta de los matrimonios, grava directamente a las capas más desfavorecidas de la sociedad. Que esta es una de las grandes falacias del Gobierno, porque las subidas de impuestos no perjudican a los ricos, como dicen, sino a los trabajadores y a las clases más humildes. ¿Cree acaso el gobierno que a los ricos les afecta una subida del pan, leche o de los alimentos esenciales? ¿Van a dejar de viajar los ricos en avión si suben de precios del billete? O, ¿cree acaso el gobierno que quienes no cambian su vehículo diésel por uno eléctrico con precios prohibitivos es por gusto? Y esto en un país con más de cinco millones de parados y cuando los datos de Axesor elevan en un 58,33 por ciento el incremento de las insolvencias empresariales en el primer cuatrimestre de este año hasta alcanzar los 2.074 procedimientos.

Mentiras también las de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando justifica esta agresión en las normas y exigencias de la UE porque sabe, o debería saber, que Bruselas deja autonomía a los estados miembros para adaptar el IVA a su realidad económica y social. Y ahí están sino las decisiones de Alemania y Portugal que ya han bajado esta imposición sobre el consumo o el anuncio en el mismo sentido que ha hecho en Italia Mario Draghi.

Como miente igualmente la señora Montero, a quien alguien debería enseñarle economía en dos tardes, cuando justifica la subida impositiva por la menor presión fiscal de España en relación a la media de la UE. Porque una cosa es la presión fiscal, o la relación entre el Producto Interior Bruto (PIB) de un país y los ingresos tributarios totales, y otra muy distinta el esfuerzo fiscal, es decir la relación entre impuestos y capacidad impositiva. Dicho en román paladino, el esfuerzo fiscal es el sacrificio que hacemos cada uno de los ciudadanos que pagamos impuestos en relación con nuestra renta, y los datos de la Comisión Europea muestran que los españoles estamos entre los ciudadanos que hacemos un mayor esfuerzo fiscal de todos los estados miembros, sólo por detrás de Portugal, Italia, Grecia y Francia y muy por encima de países como Alemania o Dinamarca con estados de bienestar plenamente consolidados.

Si dice verdad cuando afirma que pese a esta política tributaria esquilmatoria la recaudación fiscal en España es inferior a la media de la UE, pero esto es consecuencia de que aquí tenemos más paro, sueldos más bajos y, además, una economía sumergida que se estima en el 25 por ciento del PIB, duplicando la de Europa, por falta de medios de control cuya responsabilidad corresponde al Gobierno y, en concreto, al Ministerio que ella dirige o debería dirigir.

Eso sí, mientras Sánchez y su gobierno exigen sacrificios a los españoles, ellos se niegan a aprestarse el cinturón y reducir el gasto de una administración elefantiásica, con 22 ministros, vicepresidencias incluidas, cuyas nóminas nos cuestan 1,7 millones de euros anules, 418.000 euros más que en el último gobierno de Mariano Rajoy. A ello hay que añadir los 385.000 euros más que cuestan los secretarios de Estado (sin contar los complementos), los sueldos de los 1.212 asesores y contratados a dedo, como la niñera de la ministra de Igualdad, 352 más que los 860 nombrados por el Partido Popular y los 14.000 millones de euros que derrocha en subvenciones a organizaciones de amigos propios y de los miembros de la “Frankestein” que le sostienen.

Ahora que acaba de llegar de Grecia, nuestro petulante presidente, en vez de presumir de vacunas debería haberse fijado en la batería de rebajas fiscales que ha anunciado el primer ministro heleno, Kyriakos Mitsotakis, entre las que destacan la reducción del 24 al 22 por ciento en el Impuesto de Sociedades, y la rebaja de tres puntos porcentuales en las cotizaciones a la Seguridad Social que pagan los trabajadores del sector privado.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero lo que es de verdad odioso es la incapacidad, la ineptitud y la mentira.

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