Un informe del Banco de Pagos Internacionales (o BIS) demuestra que los flujos de capital traen consigo «beneficios claros, reales y financieros significativos» para los países. Los riesgos que representan, aunque son significativos en algunos casos, pueden administrarse a través de herramientas de política económica.

Una proporción creciente del capital extranjero se canaliza a través de inversores de cartera y otros intermediarios financieros no bancarios, superando a los bancos, lo cual desplaza los riesgos asociados a los flujos de capital.

El informe subraya que las políticas macroprudenciales, las intervenciones cambiarias ocasionales y los mecanismos para proveer liquidez «no son sustitutos de las reformas estructurales.

La expansión internacional de los bancos e inversores basados en las economías de mercado emergentes ha ampliado el papel del sector público en los mercados internacionales de capital.

El informe, preparado por un Grupo de Trabajo dirigido por Gerardo García López (Banco de México) y Livio Stracca (Banco Central Europeo), también evalúa la eficacia de las herramientas de política para administrar los riesgos asociados con las fluctuaciones extremas en los flujos de capital.

También revisa el impacto de la crisis del COVID-19, cuando los flujos de cartera hacia los mercados emergentes se revirtieron «con una velocidad y magnitud sin precedentes». Pero muchos de ellos «tuvieron suficiente espacio de maniobra para implementar políticas contracíclicas para mitigar el ajuste por esta perturbación»..

Y menciona que «la crisis del COVID-19 destaca el papel crítico que tiene la red global de seguridad financiera (GFSN, por sus siglas en inglés), así como la importancia de mejorar la comprensión acerca del impacto conjunto de las herramientas de política en los flujos de capital».