El cucharón del bipartidismo

13/10/2011

diarioabierto.es.

Debe ser por ese trauma infantil que me hizo detestar las lentejas que soy poco o nada del lo tomas o lo dejas. Ya sé que el voto es libre pero también lo es el hastío que genera ese empeño de meterte hasta la campanilla el cucharón del bipartidismo. Como si no fuera suficiente con una ley electoral impresentable, al calor del cara a cara televisivo se recrudece ese afán mediático por presentar las elecciones en formato prime time televisivo. No se trata tanto de contrastar propuestas ─uno las tiene y no las cumplió cuando podía y el otro siempre depende─ como de levantar el brazo de un ‘triunfito’ ya entrado en años que salve a la Nación de la devastación socialista o la libre de la amenaza de la derechona rancia y secular. Ni me creo una cosa ni la otra.

Es más, esta dieta imperativa de carne o pescado, de tanto masticar, acaba igual que las canciones de Manu Chao. Todas parecen iguales. Como mucho entre PP y PSOE uno admite diferencias en la gestión pero ni mucho menos en la aplicación de un sistema que se ha demostrado ineficaz y fracasado pero compartido por los dos. Quizás bucear en las profundidades del modelo productivo sea un exceso para quienes reparan más en las fundas de los dientes del candidato socialista o concentran sus esfuerzos en que don Mariano aparezca en las fotos como ese Mariano el Campechano con quien te tomarías una de oreja a la plancha antes de ir al fútbol. Cosas del marketing.

Claro que uno no es equidistante entre una opción y otra, pero de eso a comulgar con el miedo a la hecatombe como móvil de las decisiones ciudadanas va un abismo. Es posible que ya estemos en él pero también que ese empeño en el ‘yo o el caos’, que utilizara Mubarak, se antoja fuera de tono y retrotrae a unos caudillismos mayoritariamente olvidados pese a que se nos cite a las urnas el 20-N. El culto al líder, versión sofisticada del ancestral peloteo hispano, sonroja por lo que tiene de paternalista en una sociedad ya madura para ser consciente de que lo importante es lo que se haga con independencia de quien le ponga cara al error o al acierto. En suma, primar la política sobre los políticos. Toda una asignatura pendiente.

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