Por mucho que quieran disfrazarlo de “naturalidad” y de normalidad democrática, el único objetivo de los indultos a los presos golpistas catalanes no es otro que la supervivencia de Pedro Sánchez y su gobierno. Algo que, como le recordó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, no depende de su voluntad, depende de su necesidad y Sánchez, el presidente con el menor respaldo parlamentario desde el inicio de la Transición, necesita imperiosamente el apoyo de los separatistas catalanes, de los nacionalistas del PNV, de los filoterroristas de EH Bildu y del resto de los “Frankestein·.
La factoría Sánchez & Redondo Producciones sabe que el apoyo de ERC y de los nacionalistas es fundamental para conseguir mantenerse en el gobierno de España al menos hasta el final de la legislatura y por ello “la cesión de las competencias en prisiones al País Vasco ha sido el primer pago y el segundo serán los indultos a los golpistas catalanes del 1-O”, afirman voces críticas y autorizadas del PSOE.
Unos indultos que tienen ya el informe contrario de la Fiscalía, que este fin de semana tendrán otro en el mismo sentido del Tribunal Supremo y que, además, constituyen un fraude ley puesto que de acuerdo con la legislación vigente los indultos tienen que ser individuales, no colectivos, y atendiendo a las circunstancias de cada caso, entre ellos el arrepentimiento y el propósito de la enmienda que no se dan en este caso.
Y lo que todavía resulta más indignante, que no sorprendente porque con este personaje ya nada sorprende, es que Sánchez mienta una vez más en público y en sede parlamentaria hablando de concordia, de revancha y de venganzas. El que ha resucitado a Franco y ha promovido una memoria histórica guerracivilista traicionando el espíritu de la Constitución y el legado de la Transición democrática.
Debería saber este presidente de España al que sostienen los enemigos de España que no puede haber ni revancha ni venganzas cuando los condenados por la intentona golpista del 1-O lo han sido conforme a la ley, en un juicio justo, con todas las garantías procesales y con una sentencia que el propio Sánchez se comprometió en 2019 a acatar y respetar.
Hablar, como él hace, de revancha y de venganza es también acusar a los jueces del Tribunal Supremo de prevaricación, además de transmitir a la justicia europea, la misma que tiene que extraditar a Puigdemont, el mismo mensaje que hacen los golpistas, que España no es una democracia plena en la que hay presos políticos, y no políticos presos precisamente por delitos contra el Estado de Derecho, la Constitución y la unidad, la integrada y la igualdad de España y de los españoles.
Lo que hace Sánchez, como lleva haciendo desde que ocupó la poltrona en La Moncloa es mantenerse en el poder a costa de erosionar las instituciones. Recordar aquí, una vez más, las palabras que un diputado y expresidente autonómico del PSOE, hoy purgado por el sanchismo vengativo, nos comentaba en los pasillos del Congreso a un compañero periodista y a mí, tras el triunfo de Sánchez en las primarias socialistas: “No tiene proyecto, no tiene programa, sólo tiene ambición; y es capaz de vender el partido y de vender España con tal de conseguir sus ambiciones”. Amén.
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