La emperatriz regresa a Liria con el duque de Alba

26/05/2021

Carmen Duerto.

Cuando la andaluza, Eugenia de Montijo, hermana de Paca, tatarabuela del actual duque de Alba, nació en una tienda de campaña plantada en el jardín del palacio familiar, mientras que Granada era sacudida por un seísmo, los franceses no se imaginaban que sería su Emperatriz durante 18 años y que ejercería tres veces la regencia del II Imperio francés. Posiblemente ella tampoco, aunque una gitana del Albaicín se lo leyera en la mano. Los franceses no la querían pero Napoleón III, aunque fuera un poquito zascandil, sí. Desconfiaban de Eugenia, por ser extranjera, pero a cambio les dejó un legado artístico inmenso.

Cuando huyó de Francia para evitar que le cortasen el cuello como a su admirada María Antonieta se refugió en Inglaterra, donde está enterrada junto a su hijo y su marido, el emperador. Dado que a su único hijo, el príncipe imperial, Luis Napoleón, lo mataron los zulúes en Sudáfrica y que se llevaba muy bien con sus tres sobrinos, los hijos de su hermana Paca, duquesa de Alba, estos fueron sus herederos.

Evidentemente, la familia conoce el legado de la Emperatriz, unas 150 piezas, pero éste se hará público para el resto de mortales en breve, ya que el año pasado se cumplieron los cien años preceptivos para que pase al archivo protocolo de Madrid. En la exposición “Eugenia emperatriz” que se acaba de inaugurar en el palacio de Liria se puede apreciar su influencia en el mundo de la moda.

Ella abandona el miriñaque adoptando el polisón y también los sombreros con una pluma caídos sobre un ojo. Patrocinó al modisto Worth e impulsó la Alta Costura francesa. Es el propio Carlos, duque de Alba, quién nos amplia el dato; “Era muy culta y en su época colaboró en el desarrollo de la industria textil y de la moda. Lo demás, como no la llegué a conocer, decirle que era muy guapa y no me parezco a ella fisicamente en nada. Yo desciendo de su hermana, Paca, que murió muy joven de tuberculosis con 34 años”. Y dado que 48 horas antes, el duque de Alba había casado a su hijo pequeño, Carlos, era obvio comentarlo; “La boda, muy bien. Nos hizo un día estupendo porque no hizo mucho calor y tampoco llovió”. Ya están los dos vendidos. ¿Y los ha vendido bien?, le apunto. “Sí, muy bien. Me gustan mucho las nueras, son estupendas y he tenido mucha suerte”.

La visita a la exposición “Eugenia emperatriz”, tiene una duración de 60 minutos. Reúne 80 piezas, entre cuadros, abalorios, fotos, muebles y utensilios, todos propiedad de la Casa de Alba, que los tiene repartidos entre diferentes palacios. El recorrido se realiza en grupos de 15 personas acompañados de un guía. La exposición coincide con la visita regular al palacio de Liria. Estará abierta hasta el 30 de diciembre y el precio de la entrada es de 17€.

La horchata que le provocó la muerte

El 10 de julio de 1920 hacia calor en el jardín del palacio de Liria en Madrid. A la Emperatriz, de 94 años, se le antojó una horchata bien fresquita, mientras charlaba con el doctor Barraquer, que semanas antes la había operado de cataratas. Eugenia de Montijo era feliz porque podía volver a leer un ejemplar de “El Quijote” que solía llevar en un bolsillo. Por la noche, Eugenia se siente indispuesta por un corte de digestión que los médicos achacan a  la horchata. Fallece de madrugada en el palacio, en el que había sido dormitorio de su hermana Paca. En la exposición se puede ver la última foto que se le hace a la emperatriz, horas antes en el jardín, con el “arma del delito” el vaso de horchata sujeto por el doctor Barraquer.

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