El director general de Seguros y Fondos de Pensiones, Sergio Álvarez, avisa, en una entrevista realizada por Fundación Inade con motivo del Día Mundial del Seguro, que «el problema de los tipos de interés es posiblemente el reto más importante del sector asegurador desde el punto de vista de la solvencia y la capitalización».
Tras un año de pandemia, el seguro ha demostrado «su solidez y su capacidad de resistencia», y también «su capacidad de reacción y a su flexibilidad ante un entorno tan extraordinariamente adverso».
El seguro «ha sabido asumir muy bien la calificación de ‘servicio esencial’ que la legislación le otorgó junto con muy pocos sectores de la actividad económica, y creo que, durante la pandemia, el sector asegurador ha demostrado ser muy importante para los ciudadanos», insiste Álvarez.
«La realidad ha demostrado que en el peor de los escenarios, una pandemia casi bíblica, el sector asegurador ha tenido, en términos financieros y de solvencia, una capacidad admirable de asumir el impacto el shock de la crisis sanitaria», subraya.
«El problema de los tipos de interés es prepandémico y, en opinión de los supervisores europeos, es posiblemente el reto más importante del sector asegurador desde el punto de vista de la solvencia y la capitalización», señala el director general de Seguros.
«Este problema de la rentabilidad financiera debe entenderse en dos ámbitos completamente distintos. Por un lado, en el escenario de los Seguros Generales, donde los tipos de interés tiene un efecto directo sobre la cuenta de resultados y hace depender más el resultado neto de la parte técnica, disminuyendo mucho la aportación de la gestión financiera. Sin embargo, en este caso, el ritmo de crecimiento, de mantenimiento y la mejora de la eficiencia permitiría compensar esa caída del rendimiento financiero», explica.
«Cuestión distinta es lo que se produce en el ámbito de los seguros de Vida Ahorro, donde este escenario de tipos de interés va a dar lugar a una transformación completa de esta parte del negocio asegurador. Es evidente que no se pueden garantizar seguros con tipos de interés a largo plazo, y hay que buscar otro tipo de diseños aseguradores que sean atractivos para los ahorradores en el ámbito del seguro», advierte Sergio Álvarez.
«El problema de los tipos de interés afecta a todo el sector en su conjunto, pero su efecto más visual se producirá en el ámbito de los seguros de Vida Ahorro», precisa.
Revisión de la Directiva
El responsable de la DGSFP reconoce que la Ley que transpone la Directiva de Distribución de Seguros carece de Reglamento. Pero deja muy claro que «tenemos una ley de distribución perfectamente armonizada y en vigor».
«En breve se va a proceder a la revisión de la Directiva de seguros y tendríamos que hacer una valoración de si conviene desarrollar lo que dice la actual ley, o quizás esperar a ver cuál es la reacción de los distribuidores ante la aplicación de esta ley, y también ver cuáles son las experiencias en otros mercados y qué opina la Comisión Europea acerca de cuáles son los ámbitos de modificación necesarios de su Directiva», añade.
«En función de eso podríamos tener que hacer una nueva Ley de Distribución o modificar la actual en función de la revisión de la Comisión Europea. Quizás ahí, terminado ese proceso, habría que plantearse cómo articular las normas de segundo nivel, los reglamentos», precisa.
«Con el Real Decreto que regula la formación y la documentación estadística contable, más las resoluciones que están pendientes y que saldrán en breve, creo que tenemos cubiertos los elementos esenciales del desarrollo de la Ley» aclara el director general de Seguros.
Tras un año de la transposición de la Directiva de Distribución (IDD), el balance «es positivo». «Sin duda ha habido un proceso extraordinario de profesionalización de la mediación de seguros«, subraya.
«Recuerda cuál fue la reacción del sector de la mediación de seguros ante la Ley de 1992. Alejandro Izuzquiza, que entonces era subdirector de la DGSFP, y se encargó de promover el anteproyecto de ley, describe con mucha gracia las dificultades a las que se enfrentó ese proceso de transformación de un sector que entonces venía de un mundo completamente distinto. Faltaba una integración plena en la consignación de un mercado europeo de seguros y de distribución y, desde entonces, se han producido modificaciones muy importantes: la Ley del año 2006, la normativa general de seguros que afecta a las entidades aseguradoras y, ahora, esta nueva Directiva», explica
«Es cierto que hemos llegado tarde, pero eso ha dado una ventaja al sector español de la distribución, que ha tenido un periodo muy amplio de adaptación, de hacerse preguntas y de cuestionar determinadas actuaciones tradicionales del sector. Por eso creo que ha sido una adaptación progresiva, razonable y muy asumida. Tan asumida que a veces me sorprende que los distribuidores de seguros quieran más regulación. A algunos les parecen poco regulados algunos ámbitos de la distribución, y por tanto creo que no ha habido ningún problema», comenta.
Foco en la formación continua
Sobre las exigencias de formación a los distribuidores de seguros, Sergio Álvarez explica: «El fabricante tiene que estar formado. Eso sí, se le exige en la medida en que la normativa no puede tener un grado de exigencia para toda la escala de mando de una empresa. Pero los administradores, los directores de las compañías, y quienes tienen encomendada la ejecución y desarrollo de las funciones clave de las entidades aseguradoras, tienen que acreditar unos conocimientos y una formación específica».
La cuestión de la formación «es esencial, tanto en las entidades aseguradoras como en los distribuidores, y es el elemento diferenciador, en mi opinión, entre unos distribuidores y otros». «Lo que se ha querido con la normativa de distribución en el ámbito de la formación es fijar unos niveles mínimos de conocimientos en materia aseguradora y financiera. Y subrayo lo de mínimos, porque con eso no es suficiente para que el distribuidor se desenvuelva, avance y compita con sus colegas y avance», insiste Sergio Álvarez.
«La normativa que desarrolla la Ley de Distribución hace hincapié en algo que es fundamental: la formación continua. De nada sirve tener muchas horas de formación inicial, si eso decae con el tiempo. Hay que mantener viva la llama de la formación y por eso se establecen módulos obligatorios de formación continua, que deben de ser los pilares sobre los que cada distribuidor diseñe su propio plan de formación», argumenta.
El director general de Seguros aprovecha para anunciar la aprobación de una Resolución sobre formación, «con un poco de suerte antes de final de mes».
Sobre la Ley de Contrato de Seguro, que en 2020 celebró su 40º aniversario, el responsable de la DGSFP cree que es una norma «muy meditada, muy bien hecha y que ha sufrido algunas modificaciones, de las cuales las mejores son aquellas que han sido muy breves y concretas, por lo tanto, si la ley necesita alguna modificación debería ser de ese modo, y mantener el estilo de principio general que tiene todo el texto y que ha hecho que haya pervivido con eficacia hasta ahora».
Reforma del Baremo
Sobre el Informe Razonado, «sin duda» desembocará en una reforma del Baremo: «El sector asegurador español tiene unos mecanismos sorprendentemente eficientes, que cuando se explican fuera de España producen asombro, por lo acertado del diseño y por la eficacia de las soluciones que proponen».
«El Baremo de Accidentes de Tráfico es más que una cuantificación de las indemnizaciones, es un sistema de Responsabilidad Civil completo que establece principios de reparación íntegra y que, además, ha tenido la extraordinaria ventaja de que ha previsto su propia modificación y actualización a través de los trabajos de la Comisión de Seguimiento del Baremo.
«El Informe Razonado que se publicó en julio del año pasado tiene propuestas de reforma que se tendrán en consideración a dos niveles: un nivel de carácter reglamentario, que recoge modificaciones en las bases técnicas actuariales que soportan la cuantificación de las indemnizaciones y que deberían publicarse con forma de real decreto o de orden ministerial; y otro nivel que recoge todas las propuestas importantes a la vista de cómo ha funcionado el baremo hasta ahora y que requieren una modificación legislativa», explica.
«Esa modificación legislativa tendrá pronto una oportunidad, ya que en breve tendremos en el ámbito de la Unión Europea una Directiva del seguro de automóviles y, con ocasión de la transposición de esa Directiva, tendremos la oportunidad de introducir algunas de las modificaciones muy justificadas que propone el Informe Razonado», añade.
Sobre los vehículos de la nueva normalidad, Sergio Álvarez precisa que «el establecimiento de seguros obligatorios, que es probablemente la manifestación más directa de una responsabilidad civil legal en un ámbito concreto, es una cuestión compleja». «Se puede regular el seguro obligatorio que se quiera, pero luego tiene que haber entidades aseguradoras que lo cubran y, si es obligatorio, hay que establecer también mecanismos que garanticen que se cumpla con dicha obligación y prever qué pasa si alguien causa un accidente y no tiene el seguro obligatorio», razona.
«Hay que mantener un equilibrio entre los beneficios que genera para la sociedad el seguro obligatorio y las cargas que supone. Además, éste también es un ámbito en el que las cosas cambian mucho. La mayor preocupación hace 10 años eran las famosas minimotos, ahora tenemos los patinetes eléctricos y otros aparatos muy diversos de movilidad personal… Sin duda es una cuestión que requiere reflexión en general», precisa.
Sobre la no retribución a los corredores por las aseguradoras cuando comercializan productos de inversión basados en seguros, Sergio Álvarez cree que es una cuestión de «arbitraje regulatorio», y que «si profesionales distintos hacen la misma función, deben estar sometidos a los mismos requisitos y a las mismas garantías».
«El vendedor de productos financieros, sometido a la Directiva de Instrumentos de Mercados Financieros, que vende un fondo de inversión, debe cumplir con unos requisitos muy severos que garanticen su independencia. En el caso de los corredores de seguros, si no se establecen requisitos similares a éstos, podríamos abrir una brecha de arbitraje regulatorio en el conjunto de la legislación financiera», advierte.
«Debemos tener presente algo que es muy importante y que debemos defender siempre: el corredor de seguros es un profesional independiente, un profesional que busca lo mejor para su cliente y que, además, su futuro dependerá de lo bien que trate a dichos clientes. Por lo tanto, en este contexto, el legislador (que ve la legislación financiera en su conjunto) considera que no puede existir un profesional independiente que reciba un incentivo directamente de quien produce el seguro. No es algo contra los corredores de seguros, sino algo que pretende reforzar la idea de que los corredores de seguros son profesionales independientes y que, por lo tanto, su forma de retribución tiene que subrayar esa independencia», explica.
El seguro debe hacer que los datos trabajen para él
«El sector asegurador no puede quedarse descolgado de los avances de la tecnología. Maneja muchos datos, trabaja con datos, pero lo que tiene que hacer ahora es que los datos trabajen para él, y que le den información sobre sus clientes, sobre medidas de prevención, sobre cómo gestionar mejor las indemnizaciones y las prestaciones de servicios… Para eso se requiere que el sector asegurador esté a la vanguardia de los avances de las tecnologías consolidadas: los contratos inteligentes, la tecnología blockchain aplicada a todos los ámbitos», remarca Sergio Álvarez.
«Esos avances mejorarán la labor del sector asegurador, la harán más productiva, y le permitirán conocer mejor las necesidades de sus clientes. También darán más seguridad a las transacciones entre aseguradoras y distribuidores, entre distribuidores y clientes… porque todas estas tecnologías tienen una base de seguridad y de eficiencia en las transacciones que van a ser muy importantes para el desarrollo del sector asegurador», añade.
Sobre los riesgos cibernéticos, recuerda que afectan al seguro «en un doble ámbito». «En primer lugar, como posibles víctimas de ciberataques o de problemas cibernéticos que han afectado a entidades aseguradoras en todo el mundo y que, desde luego, es un elemento muy importante para tener en cuenta. Los datos son fundamentales en la gestión de la actividad aseguradora y esos datos son, y lo van a ser cada vez más, el bien más importante de las entidades aseguradoras. Por lo tanto, tienen que estar muy protegidos», explica.
«Además, el sector asegurador, como gestor de los riesgos ajenos, tiene una segunda parte en esta historia de los ciber riesgos, y es que tiene que empezar a asumir que este es un negocio propio de las aseguradoras. El sector tiene que diseñar productos de seguros para compensar los daños cibernéticos y tiene que contribuir a los mecanismos de desarrollo de medidas de prevención de los ciberataques», añade.
Sobre los riesgos climáticos, el director general de Seguros explica que «pasa lo mismo que con los ciber riesgos y es que al sector asegurador le afecta de dos maneras». «Por un lado, el cambio climático tiene unos efectos evidentes en la economía y, por lo tanto, en la actividad de las entidades aseguradoras y del sistema financiero en general. Cada vez más los riesgos del cambio climático son considerados como riesgos financieros», apunta.
«Por otro lado, tal y como pasaba con los ciberriesgos, hay una actividad propia del sector. Pues muchos de los daños que cubren las entidades aseguradoras son consecuencias, en mayor o menor grado, de modificaciones en el clima, y no solo en el ámbito de los riesgos extraordinarios, que también, sino en los riesgos de mucho impacto social que no tienen la categoría de extraordinarios», concluye Sergio Álvarez.
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