La derecha ha utilizado el primer pleno del Congreso de este mes de junio como altavoz de la manifestación convocada el domingo, 13, en la madrileña plaza de Colón contra los indultos a los independentistas catalanes. Los organizadores quieren que la demostración sea masiva. Es lógico.

Puesto que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estaba de viaje en Buenos Aires con un nutrido séquito de dirigentes empresariales –España es el segundo inversor en Argentina, después de EEUU–, los primeros espadas del PP y Vox cedieron los trastos a sus portavoces. Y entonces la popular Concepción Gamarra, a la que llaman Cuca, realizó malabarismos para intentar demostrar que Sánchez ya ha pactado un nuevo referendo “al margen de la Constitución”, como se colige, según ella, de la carta del líder de ERC, Oriol Junqueras que “ha inquietado todavía más a millones de catalanes y al resto de los españoles”. “¿Por qué aceptan ustedes dialogar con condenados por sedición y malversación?”, preguntó finalmente a la vicepresidenta Carmen Calvo.

Respondió ésta: “¿Es que van a intentar el control preventivo?” Y se negó a contestar sobre algo que, según ella, no ha ocurrido. Entonces Cuca se soliviantó y dijo: “En lo que yo he afirmado coincidimos con muchos de esos 275.000 votantes socialistas que ya les han abandonado en Madrid”. Y voceó esta letanía: “Los españoles no quieren una justicia pisoteada por el Gobierno, no quieren un Gobierno que se alíe con delincuentes ni a un presidente que iguala justicia con venganza”. A lo que replicó Calvo que el PP va a Colón arrastrado por la ultraderecha, “detrás de Vox”, porque no tiene nada que ofrecer ni es alternativa. Y añadió: “No se preocupe de los votantes socialistas, sino de sus compañeros que no van a venir a acompañar al señor Casado a la segunda parte de la foto de Colón”.

Casado, al contrario de su compañero voxido Abascal y de la ciudadana Arrimadas, hizo acto de presencia en un pleno vacío todavía. La pandemia permite las pellas a ocho de cada diez diputados, lo que no se corresponde con la tasa de vacunación y demuestra que muchas de sus telemáticas señorías superan en morro a los osos hormigueros. No obstante, la mayoría de ellos acudirán a la concentración de Colón. Es lógico. El secretario general del PP, el murciano Teodoro García Egea, quiere que España hable. Y ellos, más que nadie, son España “con su corrupción y con su bronca”, dijo vicepresidenta de lo social Yolanda Díaz.

España eran también aquellos líderes de la derecha (Aznar y Aguirre incluidos) que marchaban Serrano abajo hasta la Plaza del Descubrimiento y la megabandera para denunciar el diálogo con ETA, auspiciado por el malvado Rubalcaba y el buenista Zapatero. Entonces gritaban: “Con Zapatero, como con su abuelo” (al que fusilaron los facciosos sublevados), le acusaban de traicionar a los muertos (Rajoy dixit) y de despreciar a los familiares de las víctimas del terrorismo. Palabras terribles, acusaciones viscerales, bronca formidable. Entonces el abrazo a las víctimas daba votos, muchos más votos que los intentos de resolver el problema con las herramientas políticas y policiales. Y los rabadanes de hogaño repiten la jugada, acaso para enjugar errores e incompetencia. Pues ea, a Colón pastores.