Desplante a la americana

16/06/2021

José María Triper.

Comentaba José Javier Amorós en un reciente artículo, aludiendo al Presidente del Gobierno y a la mayoría de sus ministros, que “el poder viste de pompa y ceremonia la estupidez y el tonto político no se conforma con serlo, quiere lo sepa todo el mundo”.  Y esto es lo que se trasluce del brevísimo paseíllo de Pedro Sánchez con el presidente norteamericano, Joe Biden,

La imagen patética y humillante de un jefe del gobierno español, rebajándose hasta la indignidad para conseguir un encuentro que, vistas las imágenes, le denigra hasta el ridículo. Aunque lo más grave es que con él denigra y humilla también a España y los españoles, a los que está representando.

Como si fuera una adolescente a la captura de un selfi, con  la estrella musical o cinematográfica de turno, Sánchez corrió detrás de Biden, tras la foto de familia para conseguir sólo in paseíllo de apenas 29 segundos por el que, parece, ha pagado, con el dinero de todos nosotros, 6,3 millones de euros al proyecto Sistema de Integración Centroamericana, impulsado por la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, y que sólo ha servido para mostrar al mundo entero la falta de credibilidad y la desconfianza que nuestros en teoría aliados europeos y de la organización de defensa occidental tienen hacia este gobierno socialpopulista.

Pero con ser denigrantes las imágenes, tanto o más lo fueron las explicaciones posteriores del Presidente, intentando demostrar que en menos de medio minuto habían hecho un repaso a la situación internacional, de Iberoamérica con felicitación por la “agenda reformista” incluida. Ni hablando con taquigrafía.

Un desplante a la americana, retransmitido a escala planetaria, que viene a hacer patente la irrelevancia en que el ejecutivo sanchista ha dejado a nuestro país en el escenario internacional, donde ni se nos considera ni se nos escucha, además de la ineficacia de nuestra diplomacia por la torpeza de los responsables políticos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Y ahí está el desafío de Marruecos, que nos ha sustituido como principal aliado de Estados Unidos para controlar el flanco sur de la OTAN. Enclave estratégico, ahora menos conflictivo, pero por el que entra el grueso del terrorismo islámico y los paramilitares yihadistas de Al Qaeda.

A esto se añade otro elemento de especial preocupación derivado de la repercusión que esta irrelevancia política vaya a tener sobre los intereses económicos de nuestras empresas en el gigante norteamericano y la debilidad de su posicionamiento en las futuras licitaciones internacionales. Estados Unidos es el principal socio comercial de España fuera de la UE y el sexto destino de las exportaciones españolas de bienes, con un total de 36.571 millones de euros en 2020, el 4,7% del total a pesar de la pandemia.

Y en el apartado de inversiones EEUU es el segundo destino de la inversión española) en términos de stock con 2018, 84.648 millones de euros, con participación de alrededor de 646 filiales de empresas españolas dando empleo a algo más de 113.000 personas. En sentido contrario el gigante norteamericano es el primer inversor extranjero en España con 75.720 millones de euros y unas 913 empresas estadounidenses directas y otras 1.232 indirectas, que están instaladas en España dando empleo a algo más de 204.000 personas.

Sabido es el axioma, que repiten con insistencia los diplomáticos y analistas de las grandes economías mundiales, de que el peso político internacional de un país es el equivalente al peso que tienen sus multinacionales. Y las nuestras están viendo seriamente lastrada su actividad fuera de nuestras fronteras por el profundo deterioro de la imagen de la Marca España.

Claro que, como dice sabiamente la sabiduría popular, a quiñen no se respeta a sí mismo es difícil que le respeten los demás. Y así nos va.

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