Estoy escribiendo en un lugar llamado Tusitala, sentada entre una viga de hierro oxidado, enmarcando un portón de cristal, puerta corredera abierta… y la hierba. El sol está al oeste, rojo, morado, rosa y azulado, cada vez que levanto la vista del papel me aparece un color en el cielo, me concentro mirando al sol y escribo otra vez. Pasan minutos, no los cuento no me interesa, aquí se paró el mundo en cuanto puse el pie en esta tierra. Sin embargo la tierra da vueltas más deprisa, lo noto, y con la sensación de estar en un universo, veo que la tierra es redonda. Media mesa de madera fuera en brisa y media dentro de esta casa abierta, sin tabiques. Hierro, espacio, mundo, mapa, foto, madera y Madera con calor y frio. Dentro colores de fuerza, estabilidad y nobleza. Colores de alegría, felicidad y energía me acompañan fuera. Es difícil no levantar la cara del papel ante un ruido que reclama mi atención continuamente. Pues sí, levanto la cara, sonrío, escucho y vuelvo a escribir, es el galope de los caballos. Me gusta sentirme protegida y libre. Os hacéis a la idea de mi privilegiada situación para escribir. Aquí estoy…en un Serengueti.

No me he dado ni cuenta del tiempo y parte de mi ya llega mañana de otro país. Hace mes y medio, deje a mi otro yo irse. ¡Despierta! son las 3 de la mañana y tenemos que estar en el aeropuerto a las 5h. ¡NOOOO! grita él. Mi estatus familiar controla mis lágrimas y soy fuerte…pero me tiemblan las piernas. Salimos de casa, la mirada de mi otro yo se va al suelo, pero no hay palabras.

Barajas 5h am, soledad por dentro y por fuera. Las dudas no me dejan, ¡Vamos a mirar hacia delante, no pienses, solo déjate llevar, está todo hecho, ahora disfrútalo! Él se va y ni una mirada hacia atrás, no sé si por fuerza o por no querer derrumbarse. Mi garganta se bloquea de angustia y mi mente de felicidad.

Pasan 2 días y sin noticias me calmo porque…”no news is good news”. Al día siguiente su tono de teléfono suena:” Hey!!!..Esto mola mazo, es precioso, la peña es súper simpática y tengo pelotón de amigos!”…Sus llamadas se van distanciando en el tiempo cada vez más y cuando llama tiene prisa, me encanta que me diga “te tengo que colgar, ¡en 5 minutos tengo que estar en el campo de Rugby!, o ¡estoy por la calle haciendo un cambio de clase!, ¡te quiero! Su voz es tan feliz, que mi felicidad aumenta y mis dudas me dejan. Por su parte son todo buenas noticias, ha cambiado su manera de hablar, ahora es alegre y pausada, su manera de ver la vida, su forma de ver un colegio y como se puede disfrutar estudiando.

Así, sin miedo por la lejanía nunca lejana, se va formando una familia de amigos, un español, un tailandés, un japonés, un alemán y un ruso, entre otros tantos niños del país. Una familia llamada colegio, donde los externos no se van a sus casas hasta las 9h pm, porque quieren y les dejan, cenar en el colegio y después jugar al billar o al futbolín, ver una película y tomarse el chocolate de las 8h pm con sus amigos. Un colegio donde los profesores, se quedan a echar partidas de billar con sus alumnos, hablar de futbol y ropa…el caso es que están felices juntos.

Por supuesto que hay momentos de rigidez total y el bullying está muy controlado y castigado. Sus profesores atentos a sus 12 alumnos no les dejan despistarse, ya se ocupan de ello con calma. Es vocación. 3 horas de deporte al día, les crea la endorfina y les hace felices. Solo el cambio de asignatura, ir corriendo por la calle de un aula a otra, en distintas casas, les despeja la mente, llenándoles el cuerpo de oxígeno y libertad, ¡No hay rejas!, me comentaba un día.

Pues sí, no está conmigo el día a día, y me duele ¡cómo no!, pero le estoy dando vida, independencia, un bilingüismo impecable y un amor por la curiosidad de vivir.

YO LE HE ABIERTO UNA PUERTA, PERO ÉL SE HA ABIERTO EL MUNDO.