
Gráfico: CCOO
El contrato para la formación y el aprendizaje languidece. Apenas 25.000 jóvenes firmaron uno de estos contratos el año pasado, una vez que el Gobierno decidió restituir a 25 años la edad máxima de sus beneficiarios y recortar algunos de los incentivos que dispararon con la reforma laboral su utilización.
Lejos quedan los tiempos en que las empresas se lanzaron en masa a utilizar esta fórmula, pensada para cualificar e insertar laboralmente a los jóvenes, y aliviar así la pavorosa cifra de desempleo de la población más joven.
Con la pérdida de algunas de sus ventajas económicas, las empresas parecen haber perdido el interés por firmar contratos formativos. Ya no pueden hacerlo con jóvenes hasta los 30 años. Desde el año pasado se restituyó la edad máxima de sus beneficiarios a 25 años. También se han perdido algunos de los incentivos, que según Comisiones Obreras (CCOO), en realidad desvirtuaron este contrato, al desligarlo de sus objetivos formativos, especialmente en 2012 con la reforma laboral.
Esta vuelta a sus orígenes ha debilitado el interés de las empresas. Y el año pasado apenas se firmaron 25.000 contratos para la formación y el aprendizaje; la cuarta parte de los casi 110.000 signados en 2007, según un informe elaborado por el sindicato, que repasa la evolución del contrato para la formación y el aprendizaje entre 2007 y 2020, y lo compara con su gemelo, el contrato en prácticas.
El informe repasa la evolución reciente de este contrato, pensado en principio para formar a los jóvenes con ninguna o posa formación, y ofrecerles además la oportunidad de empezar a trabajar, mientras adquirían conocimientos de primera mano en el seno de las empresas.
Sin embargo, según Comisiones Obreras, los resultados no parecen casar con los buenos propósitos con que se parió este contrato. De hecho, el contrato para la formación y el aprendizaje, denuncia el sindicato, ha quedado relegado para ocupaciones muy básicas, para las que no se precisa mucha formación, encuadradas en pequeñas empresas y en sectores como la hostelería, el comercio y otros servicios.
A diferencia de su gemelo, el contrato en prácticas, reservado a los universitarios y a los titulados superiores de Formación Profesional (FP), el contrato para la formación y el aprendizaje parece perder fuelle y sentido con el tiempo, denuncia el informe. El informe se centra en este contrato, el tiempo que asegura que el contrato en prácticas sí parece estar cumpliendo las expectativas con que fue concebido, ofrecer una primera experiencia profesional y acceso al mercado de trabajo a los jóvenes universitarios y de FP superior.
En cambio, el contrato para la formación y el aprendizaje apenas inserta jóvenes en el mercado de trabajo. Y tampoco les proporciona verdadera formación, ni estabilidad en el empleo, según CCOO.
Desde que en 2019 se restableció a 25 años la edad máxima de los firmantes de estos contratos; frente a los 30 años fijados mediante la reforma laboral de 2012, las empresas han perdido interés en esta modalidad contractual, que según el sindicato se viene utilizado como fórmula para “encubrir” auténticas relaciones laborales.
Mientras que las grandes empresas utilizan el contrato en prácticas para contratar a personal especializado, el contrato formativo se ha venido utilizando por pequeñas empresa del sector servicios, y especialmente de la hostelería y el comercio, y más bien como mano de obra barata y con pocos derechos, que realmente para formar a los jóvenes, reprochan desde CCOO.
“Las empresas más grandes requieren personas con alta cualificación y lo hacen a través del contrato de prácticas, mientas que las más pequeñas utilizan el contrato para la formación con personal de mejor cualificación”, reiteran.
Poca estabilidad en el empleo
El informe critica también los escasos resultados en cuanto a la firma de contratos estables.
Después de pasar por uno de estos contratos formativos, solo siete de cada 100 jóvenes terminaron firmando un contrato indefinido en el período que va de 2007 a 2020. Una relación que incluso baja en los períodos que supusieron un mayor incentivo económico para las empresas, entre 2012 y 2015, cuando las tasas de inserción bajaron al 2%.
Finalmente las ocupaciones que predominan son las más elementales, como las de peón y para limpieza, en el período observado de 2007 a 2020. Ocupaciones que no han hecho sino ganar peso con el tiempo, lo que hace dudar al sindicato de las verdaderas intenciones de las empresas que los utilizaron, en principio para formar a los jóvenes.
CCOO apuesta por reformar este contrato y apostar por un “unico modelo estatal de formación dual” que ofrezca “verdaderas oportunidades de formación y empleo para la población activa más joven”, afirmó Lola Santillana, responsable de formación del sindicato.
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