Vuelven las dudas

17/10/2011

M. L.. 17-10-2011

Wall Street no ha podido sobreponerse a la rebaja de las expectativas de solución inminente de la crisis de deuda europea y ha completado una sesión negativa de principio a fin que le lleva de nuevo a las puertas de las resistencias que logr´po vencer el pasado viernes pero que hoy no ha confirmado ni por asomo.

Europa pesa como una losa y Alemania se encarga de que cada día pese más. Ya son algunos los analistas que empiezan a sospechar de la actitud alemana de constante retraso en la toma de decisiones y en la aprobación de medidas. Cada vez que parece aproximarse un «Día D», Ángela Merkel y sus secuaces se encargan de echar jarros de agua fría y si los jarros no bastan, echan bidones.

¿Qué interés tiene Alemania en que las soluciones se retrasen? Se me ocurren dos alternativas. La primera (preferida por los analistas estadounidenses) es tan simple como un intento de dinamitar el euro desde dentro y la vuelta al marco, a la total soberanía de Alemania sobre su propio destino económico, sobre su deuda, sobre su inflación y sobre su crecimiento. La segunda, en cambio, va en el sentido absolutamente contrario: Alemania quiere que la solución no sea un parche, quiere soluciones definitivas y para ello quiere imponer unas reglas claras que pasan por el recorte drástico de los déficit y la disciplina presupuestaria y fiscal a ultranza para todos los socios del euro. En otras palabras, la señora Merkel cree que los gobernantes europeos necesitan sentirse más al límite para hacer lo que realmente Europa y el euro necesitan.

No sé cual de las dos alternativas es la buena, posiblemente ninguna de las dos, pero al mercado no le sienta nada bien la táctica alemana de demorar constantemente todo, de realizar siempre nuevas exigencias, de hablar de nuevos consensos, de pedir nuevos esfuerzos a todos los socios… El mercado espera una Alemania líder y se encuentra una Alemania que parece haber confundido liderazgo con imposición permanente.

Y lo sienten así los mercados europeos, lógicamente, y también Wall Street. Al otro lado del Atlántico han decidido que todos los males del momento están en Europa y que todas las batallas deben librarse en Europa. Y esta actitud lleva desde hace varias semanas a que el mercado estadounidense viva a merced de los sucesos europeos, de las expectativas europeas y de las noticias europeas. Hasta los resultados empresariales parecen haber pasado a segundo plano.

En estas circunstancias, parece lógico que si hoy Alemania ha decidido echar el freno a las expectativas sobre la resolución definitiva de la crisis griega o sobre el acuerdo para la recapitalización de la banca de la Eurozona, los índices americanos lo acusen. Pues bien, lo han acusado y mucho. El Dow Jones ha caído un 2,13%, el S&P 500 un 1,94% y el Nasdaq Composite un 1,98%.

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