Europa a palos

18/10/2011

Miguel Larrañaga. 18-10-2011

Ángela Merkel ha conseguido un efecto secundario a su estrategia con el que no contaba. Sabía que sus noes constantes, que sus amagos y sus piruetas no iban a gustar a sus socios comunitarios, en especial a Francia y a un Sarkozy que comienza a estar harto de un malabarismo alemán que amenaza con hacer de Francia su siguiente víctima. Pero no contaba con que la mismísima Comisión Europea iba a intentar mantener un pulso.

Miren ustedes por donde, un buen amigo mío, Amadeu Altafaj, periodista de sobrada valía y ahora mismo portavoz del comisario de Asuntos Económicos, ha sido el encargado de afear la actitud alemana y de corregir del todo las expectativas. Altafaj le ha dicho a Merkel claramente que la cumbre del 23 es la definitiva y que las decisiones que allí se van a tomar no serán provisionales sino definitivas.

Querido Amadeu, tras muchos años hablando por teléfono contigo y poniendo tus «crónicas bruseleras» en la página del periódico para que ambos trabajábamos, debo decir que la crónica que has escrito hoy sin escribir una sola línea ha sido la mejor de tu carrera. Se puede decir más alto pero no más claro que hay que parar los pies a Alemania de una vez y que si no quiere Europa con mayúsculas, que lo diga y jugamos todos a otro juego.

Porque, lo crean ustedes o no lo crean, la clave de toda la actuación de Alemania y Ángela Merkel es poner contra las cuerdas a cuantos más socios mejor. Alemania se ha encargado de amplificar lo peor de lo peor de esta crisis: el descontrol de las finanzas públicas griegas, el derrumbe del sistema financiero irlandés, la inacción portuguesa ante la crisis hasta que fue demasiado tarde, las indemnizaciones de los directivos de las cajas españolas, el desgobierno italiano…

Cada semana puede verse en algún canal alemán un reportaje de «investigación» sobre estos asuntos, destinado claramente a caldear los ánimos y obtener respaldo popular a sus negativas. Sin embargo, las negativas siguen ahí y el respaldo popular se ha esfumado. Doña Ángela ha perdido todas las elecciones de los últimos tiempos excepto una y ya no es capaz de gobernar ni su propia coalición. Y a resultas de esto, se empeña en gobernar Europa y «salvarla» según su particular receta.

No es nada nuevo lo que contiene la receta, que viene a ser algo así como «sólo el que sea tan productivo, ahorrativo, cuidadoso con sus finanzas públicas, liberal con su mercado de trabajo, responsable y ético como lo son los alemanes podrá ser socio de Alemania«. No se rían, es el mensaje subliminal de toda esta historia. Viene a decirnos que Alemania es el ejemplo claro de cómo hacer bien las cosas porque en esta crisis no se ha visto muy involucrada, así que todos tenemos que hacer lo que hace Alemania.

Pues bien, recuerdo a la señora Merkel que no hace tanto tiempo lo que se debatía en Europa era sancionar a la propia Alemania por haber rebasado el límite de déficit establecido en el Tratado de Maastricht. Le recuerdo a quien quiera recordar que Alemania salió adelante arrasando la economía de varios de sus socios al imponer unos tipos de interés demasiado bajos, que le interesaban para salir de su propia crisis post-reunificación pero que recalentaban las economías de Irlanda, Portugal, España o Grecia, favoreciendo en algunos casos perversas burbujas inmobiliarias.

Todos estos países han pasado ya a la «segunda división» y nada gustaría más a Merkel que poder deshacerse de ellos. A Italia ya le ha dado varios viajes y tiene un pie en este pelotón de los torpes y ahora le toca el turno a Francia. La política de tierra quemada de la señora Merkel posibilita que hoy el mercado crea firmemente que el rating francés está en peligro. Alemania se ha encargado de filtrar convenientemente la exposición de la banca francesa a la deuda griega (habría que hablar seriamente de lo que ocurre con la alemana) y todos los ojos se centran en París y no porque el presidente esté a punto de ser padre precisamente.

Y resulta que Sarkozy ha sido hasta ahora el único que ha podido intentar hacer entrar en razón a Ángela Merkel pero me temo que con el carácter que tiene el presidente francés estará tan cabreado que no querrá ni verla. El próximo domingo promete ser divertido porque el «pelotón de los apestados» va sumando integrantes y a Alemania ya sólo parece quedarle la adhesión inquebrantable de Austria y de Finlandia. El resto ya no quieren ni verla y ahora mismo la Comisión Europea empieza a alinearse con que la señora Merkel no esperaba.

Tiene gracia que quien se considera a sí misma la única salvadora de Europa vaya a conseguir finalmente una Europa a palo limpio, pero es lo que hay y lo que intenta reflejar el mercado cuando le es posible. Hoy ha conseguido a última hora y tras una apertura alcista en Wall Street mejorar un perfil terrible, especialmente en el caso del CAC francés, pero la mañana ha sido de descalabro total.

Puede que el mercado haya valorado que mi amigo Amadeu haya dicho lo que ha dicho. Es más, estoy seguro de que lo ha valorado convenientemente. Pero las dudas ya estaban sembradas y Francia va a pagar el pato según apuntan todos los indicios, lo que tiene en vilo a los índices europeos. Al cierre, sólo el Dax se apuntaba ligeras ganancias, del 0,31%, mientras el FTSE perdía un 0,48%, el CAC un 0,79% y el Ibex un 0,60%.

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