En el caso de Italia y España, los Parlamentos divididos y los Gobiernos de coalición de corta duración han provocado durante mucho tiempo la pérdida de oportunidades para abordar los retos económicos y fiscales estructurales. ¿Son divergentes los caminos de estos países hacia la estabilidad política y la reforma económica? No está del todo claro. Italia (BBB+/Negativo) está atravesando una rara fase de calma política, mientras que un Gobierno renovado en España podría haber logrado cierta momentánea estabilidad política.
«Como mínimo, Italia y España son ejemplos de cómo los gobiernos de la zona del euro están tanteando el terreno para normalizar las políticas presupuestarias tras la crisis de Covid-19 y abordar cuestiones de crecimiento sostenible a más largo plazo frente a una combinación de reformas y uso de los recursos de recuperación de la UE», afirma Giulia Branz, analista de Scope.
En España (A-/Estable), la situación política sigue siendo complicada, con un gobierno minoritario formado por el Partido Socialista del presidente Pedro Sánchez y la extrema izquierda de Unidas Podemos (UP) que se enfrenta a un grado de inestabilidad tras las elecciones regionales en Madrid, después de las cuales el líder de UP, Pablo Iglesias, dimitió como vicepresidente del Gobierno.
«No obstante, un acontecimiento potencialmente más alentador ha sido la decisión del gobierno de indultar parcialmente a nueve políticos y funcionarios catalanes encarcelados tras las consultas independentistas catalanas ilegales de 2017», afirma Alvise Lennkh, analista jefe para España. «Esta medida debería facilitar unas relaciones más conciliadoras entre los gobiernos central y regional y garantizar que el partido independentista catalán, ERC, siga apoyando al gobierno central de España en la aprobación de legislaciones de vital importancia, sobre todo los Presupuestos de 2022».
Estas circunstancias pueden conducir a un período temporal de estabilidad política en España antes de las elecciones previstas para diciembre de 2023.
En Italia se ha producido un cambio radical en el plano político desde febrero, con la formación del gobierno del ex presidente del BCE, Mario Draghi, que se ha visto beneficiado de una fuerte mayoría absoluta en el parlamento. En el poco tiempo que lleva en el cargo, Draghi ha logado algunos objetivos principales: acelerar la campaña de vacunación y diseñar el programa de recuperación. «La reforma estructural de la amplia y diversificada economía italiana sigue siendo primordial, a pesar de todo», afirma Branz. «Draghi tiene que conciliar las distintas opiniones de las agrupaciones políticas de su gobierno -en relación con la reforma judicial, la política de competencia y la reforma fiscal, entre otras áreas prioritarias- en los planes que pretende presentar a finales de este mes. El progreso para librar a Italia de los cuellos de botella que limitan el potencial de crecimiento de la nación es realmente vital.»
Pero, ¿cuánto tiempo seguirá Draghi al frente del Gobierno? La actual legislatura termina en 2023, pero a principios del año que viene los diputados italianos elegirán al próximo presidente de la nación. Antes de la pandemia, Draghi era el claro candidato a sustituir al presidente Sergio Mattarella en esta función, dada la estatura política de Draghi y su amplio apoyo político. Ahora las circunstancias son menos claras. Una opción es que Mattarella busque un nuevo mandato que permita a Draghi continuar como Primer Ministro hasta 2023.
«Esto podría dar a Draghi el tiempo adecuado para supervisar las reformas críticas y otras medidas que ayuden a garantizar que Italia logre una recuperación más duradera, al tiempo que se evitan las elecciones anticipadas en una coyuntura crítica», dice Branz. «Consideramos un periodo más largo de estabilidad política en Italia como un factor crediticio positivo para la calificación de Italia».
En el caso de Italia y España, los programas de recuperación y adaptación deberían apoyar la estabilidad del Gobierno y el impulso de las reformas en los próximos años. Los cuantiosos fondos de la UE asignados a los países, siendo Italia y España los principales beneficiarios de la financiación de la UE, incentivan a los grupos políticos a dejar de lado las diferencias por el momento para evitar el estancamiento de la incipiente recuperación.
Según la Comisión Europea, la simple reducción a la mitad de la diferencia entre los resultados de Italia y España con respecto a los países más fuertes de la UE en cuanto a la aplicación de reformas estructurales aumentaría la producción en torno al 17% y al 10% en 20 años. Dejando a un lado los beneficios sociales, este crecimiento ayudaría significativamente a los países a gestionar los elevados déficits presupuestarios y la deuda pública.
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