Ceuta y el cordón constitucional

29/07/2021

Luis Díez.

Cualificados observadores de la vida política coinciden en el presidente del principal partido de la oposición, Pablo Casado, tiene un problema de proveedores. La patronal CEOE-CEPYME rechaza sus pedidos. Prefiere los planteamientos más sensatos y equilibrados del Gobierno progresista de Pedro Sánchez. Y su supuesto suministrador (de votos), Santiago Abascal, jefe de la ultraderecha parlamentaria, tampoco le da crédito. Por el contrario, le exige avales y pagos por adelantado. Su penúltima exigencia ha sido la revocación de “persona non grata” en Ceuta, aprobada por la Asamblea de la ciudad autónoma con la abstención del Grupo Popular y de su presidente Juan Jesús Vivas.

Veamos la secuencia: un político miserable al que se le llena la boca con la palabra España acude a Ceuta en plena crisis migratoria a pescar votos y ganar adeptos por el procedimiento de dividir a los ciudadanos entre buenos y malos españoles, entre cristianos y mahometanos. Insulta a los musulmanes, los tilda de “quitacolumnistas de Mohamed VI”, siembra dudas sobre su patriotismo y azuza a los cristianos contra ellos. Esto ocurrió el 19 de mayo pasado. Y fue un ataque directo a la convivencia (y a la Constitución) en una ciudad de 85.000 habitantes en la que el equilibrio de creencias, costumbres y culturas posee un gran valor. La gente se enoja. Lógico. Y el miserable, que sólo ha ido a pescar votos, encima se queja de que le declaren “non grato”.

La secuencia es más amplia y el contexto mucho más complejo. El mensaje del político bravucón forma parte de la declaración de “una guerra contra la islamización de la ciudad” que los ultraicos de Vox vienen promoviendo desde hace dos años, cuando se plantaron con seis escaños en la Asamblea ceutí. La repugnancia llevó a dos de ellos a abandonar la formación. Y los aires de fronda aconsejaron a Vivas rechazar sus votos en la investidura y gobernar en minoría a recibir el apoyo de una formación que promueve el odio y la xenofobia, lo cual le honra.

Pero se ve que al político, emberrechinado y crecido, le sentaron fatal las críticas a sus invectivas del 19 de mayo. Y tras protagonizar una concentración en Sevilla para presionar al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, en contra de la acogida de menores marroquíes, volvió a Ceuta el día 24 a completar la faena. Montó un acto de arenga a sus huestes, que fue suspendido por orden de la Delegación del Gobierno, ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía; cosechó el rechazo de todas las fuerzas democráticas, que suscribieron una declaración contra “la innecesaria y preocupante excitación del estado de ánimo de la población”, y obligó a la policía a emplearse a fondo contra los cientos de ceutís que se manifestaron ante el hotel donde se alojó para increparle por xenófobo, racista y faccioso. Ya entonces bramó desde su grueso pescuezo de buey contra la “complicidad del PP” y anunció represalias contra el Gobierno andaluz (PP y Cs), que necesita sus votos para aprobar las cuentas.

Devueltos a sus lugares de origen las más de 11.000 personas, en su mayoría jóvenes sin empleo, pobres e impecunes, y restablecida la protección de la valla por parte de las autoridades marroquíes que utilizaron a los súbditos como bomba humana para protestar contra la acogida humanitaria (por razones de salud) en España del máximo dirigente saharaui, lo que ese político de marras no esperaba es que le premiaran con el nombramiento de “persona non grata” en una ciudad que no quiere cruzadas sino vivir y prosperar en paz. El acuerdo de la Asamblea ceutí rechaza como “indeseable” al jefe de Vox porque “vino a nuestra ciudad para provocar la ruptura de la convivencia, el pilar en que se basa nuestra sociedad, y, desde su posición supremacista, para envilecer a los ceutíes, a algunos de los partidos que los representan y a las instituciones soberanas que nos hemos dado”.

La segunda parte de la secuencia, la ruptura de relaciones con el PP anunciada por Vox, debido a que el presidente Vivas y su grupo se abstuvieron y no impidieron tamaña declaración, ha provocado el patinazo del portavoz de Casado y alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, quien después de apoyar a Vivas ha tenido que rectificar (“Abascal no es persona non grata”) y ha obligado al propio jefe de la oposición a declarar que “el PP nunca ha levantado cordones sanitarios ni ha demonizado a ningún político democrático”. Puesto que no se trata de cordones sanitarios sino de preceptos constitucionales haría bien Casado en buscar otro proveedor en vez de mantener esa actitud implorante y genuflexa ante el ultra al acecho.

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