Las cartas de la ira

11/08/2021

Luis Díez.

Con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, esas TIC que nos permiten saber de todo e ignorarlo todo al mismo tiempo, ha fenecido el género epistolar. Hoy sería rara una novela como la de Eça de Queirós y Ramalho Ortigao sobre “El misterio de la carretera de Sintra” a base de cartas. Y no sólo eso. También se ha extinguido el gusto de enviar postales a amigos y familiares desde lugares históricos y paisajes dignos de ver. ¿Para qué comprar una fotografía preciosa y perfecta, adquirir un sello de correos, tomarse la molestia de escribir unas frases amables, recordar y consignar la dirección del destinatario, buscar un buzón y depositarla si con un par de clic de telefonillo puedes enviar tu propia postal contigo dentro?

Mas los buzones domiciliarios existen, y el Gobierno de la Comunidad de Madrid que preside la conservadora Díaz Ayuso se ha tomado la libertad de usarlos para enviar unas cartas inquietantes a los ciudadanos que han pagado el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Con prosa burocrática recuerdan la cifra que ha satisfecho el contribuyente, como si no la supiera, y explican a renglón seguido: “La Comunidad de Madrid, en el ejercicio de sus competencias normativas, ha aprobado distintas bonificaciones con el objetivo de beneficiar a los ciudadanos”.

En párrafo aparte consignan la cifra que habría tenido que pagar si no se hubiesen aprobado tales “beneficios fiscales”. Así, por ejemplo, a dos hermanos que han recibido una “donación” de su padre (un pequeño local en un pueblo de Madrid) les han enviado una carta a cada uno diciendo que “han declarado un importe a ingresar por el Impuesto de Sucesiones y Donaciones de 48,54 euros”, y que “en el caso de que la Comunidad de Madrid no hubiera aprobado beneficios fiscales usted hubiese tenido que pagar 4.854 euros”.

Lo inquietante viene en el cuarto y último párrafo: “Tenga en cuenta que los datos son provisionales y la Administración podrá revisar la declaración presentada y la bonificación aplicada”. ¿Amenaza o intimidación al contribuyente? ¡En absoluto! ¿Chantaje al elector? ¡Qué tontería! ¿Aviso al Gobierno estatal del PSOE-UP para que ni se le ocurra tocar tan envidiable “paraíso fiscal” y siga pagando ayudas y financiando servicios e infraestructuras con cargo al presupuesto general?

Algo oscuro, tal vez sucio, hay en el asunto cuando esas cartas llegan sin firmar. El remite corresponde a la Consejería de Hacienda y Función Pública, cuyo titular, Javier Fernández-Lasquetty, promocionado en su día por Esperanza Aguirre, ya tuvo que dimitir en 2014 como consejero de Sanidad cuando los facultativos responsables de varios hospitales y centros de salud dimitieron en masa para impedir la privatización de la sanidad pública.

Aparte las cartas de la ira, también llegan las de la hora, o sea, las multas por rebasar el tiempo de aparcamiento. La dolorosa ya no la deposita, como hasta ahora, el cartero de Correos y Telégrafos, sino el empleado precario a tiempo parcial de una empresa privada de mensajería contratada por el Ayuntamiento de Madrid, cuyo alcalde ni fue tan previsor ni mostró la misma diligencia en limpiar las calles cuando el temporal Filomena visitó la capital (le llamaban “quebrantahuesos”) que la que ahora demuestra en cobrar multas y allanar de paso el buzoneo electoral al PP del que es portavoz nacional. En fin, a preparse tocan.

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