Maldivas es un destino aspiracional y soñado por la mayoría. En sus 1.200 islas -apenas 200 están habitadas y el pico más alto apenas sobrepasa los dos metros- se encuentran algunas de las mejores playas del mundo. Su arena es blanca y fina, el agua es cálida y cristalina con reflejos turquesa y a apenas un metro de la superficie se contemplan barreras de coral, bancos de peces tropicales, estrellas y caballitos de mar, esponjas, algas… En aguas más profundas se encuentran mantas gigantes, tiburones, tortugas y tiburones ballena.

Cosas que hacer. La principal actividad se encuentra en la capital. Lo más peculiar y bullicioso de Malé es la lonja del pescado con especies de todo tipo, especialmente atún. En la pequeña ciudad hay que recorrer sus callejuelas, la animada zona del embarcadero con sus puestos de artesanía, el palacio del Pueblo y el monumento a las víctimas del tsunami de 2004. También es muy recomendable sobrevolar las islas en hidroavión o helicóptero para contemplar el juego de colores del agua. Pero si se desea hacer algo más genuino, lo mejor es pasear en dhoni, la embarcación típica y animarse a tener una jornada de pesca (también se pueden reservar para cenar sobre ellas). Se hace con un simple sedal usualmente por la noche. La abundancia de peces en estas aguas garantiza el éxito. Al regreso se asan los pescados a la brasa sobre la arena de la playa: un planazo.

Otra experiencia imperdible es contemplar la bioluminiscencia en la isla desierta Vaadhoo, que se produce cuando el plancton marino entra en contacto con el aire caliente. Los nativos lo llaman “mar de estrellas” y es un espectáculo único. En la isla de Kuramathi acuden a alimentarse a la orilla mantas de hasta ocho metros a las que se puede dar de comer. Otra actividad inolvidable es vivir como un Robinson Crusoe durante unas horas en alguna de las múltiples islas desiertas de Maldivas. Se pueden contratar tours que ofrecen la posibilidad de disfrutar de un islote deshabitado.

El encanto de sus hoteles. La gran parte de las islas solo cuentan con un único hotel de lujo, rodeado de un entorno paradisíaco, que ofrece todas las comodidades: restaurantes de cocina internacional, piscinas, bares, cafeterías, terrazas y centros de spa que ofrece tratamientos fabulosos -son especialistas en masajes ayurvédicos-. Los alojamientos son villas individuales en forma de palafitos sobre el agua. Son amplias, suelen tener acceso directo al mar y una pequeña piscina o jacuzzi. La sensación de intimidad y exclusividad es total.

Gastronomía. Sus pescados y mariscos son la principal opción. Entre los platos típicos que hay que probar se encuentra la garudiya, un caldo a base de atún sazonado con chile, cebolla o curry para darle sabor que se sirve caliente con arroz y limón; el rihaakuru, una pasta a base de pescado que se unta en tostadas; la ensalada mashuni, una deliciosa mezcla de atún, coco, chiles, limón y cebolla que se acompaña con el pan tradicional del país, el roshi; el kuli boakiba es una tarta de pescado también sazonado con muchas especias. El pescado principal, con el que se prepara la mayoría de las comidas, es el atún. Se come de todas las formas posibles: frito, cocido, ahumado, seco, con curry… La bebida nacional es el raa, zumo de palma. El té también es una bebida popular y no hay que perderse algunas de las casas de té de la capital, Malé.

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