Cuatro paradas gastro que no te puedes perder en Santander

27/08/2021

Carmela Díaz.

Además de todos los atractivos que esta maravillosa ciudad ofrece, Santander es uno de los destinos españoles donde mejor se come: tanto su oferta gastro, como la ejecución y la materia prima son de primera calidad. Hoy te recomendamos cuatro establecimientos muy distintos, pero en los que se come de maravilla. Todos pertenecen al grupo El Riojano, del empresario hostelero Carlos Crespo (también socio de Paco Quirós en los afamados restaurantes del Grupo Cañadío en Santander y Madrid). Son una parada obligatoria en la agenda gourmet de cualquier viajero.

El Riojano. Toda una institución en la ciudad (fue inaugurado allá por la década de los 40 del siglo pasado) y un restaurante que nunca defrauda. Supo actualizarse sin desvirtuar las especialidades heredadas de la familia fundadora, los Merino: el bacalao con tomate y los pimientos rellenos son dos clásicos que siguen gustando. Pero también ha creado nuevos platos estrella como la ensaladilla rusa -de las mejores de España- o la tortilla guisada en salsa de callos. Otras recetas de la casa que son imperdibles: el pastel de cabracho –especialmente jugoso y muy sabroso, ya que se elabora con técnicas de repostería y con auténtico cabracho– o el flan de huevo y lácteos, cuya receta secreta dio lugar al mentado pastel de cabracho. En todos sus espacios se puede disfrutar de una cocina de temporada que rinde culto al producto, como los tomates de Cantabria, los espárragos y alcachofas de Tudela, los bocartes del Cantábrico, el pollo de raza pedrés…

Vermutería Solórzano. Es uno de los establecimientos más señeros de Santander. Fue, de hecho, el primer bar que abrió en Peña Herbosa, la calle del ‘vermuteo’ y el tapeo por excelencia, allá por el año 1941 y aún conserva retazos de su historia, como la barra de mármol con la clásica hendidura para colocar los vasos de vermut. Hay más de 150 referencias de esta bebida, siendo la estrella el que traen de Reus y alrededores donde envejece en barricas mediante el sistema de solera. Para picar no faltan los caracolillos de mar, las gildas, las conservas –mejillones, anchoas…-, los quesos y embutidos, las croquetas o las rabas. También se ofrecen platos más contundentes como el arroz con almejas, el cachón guisado el bonito a la calabresa o los pimientos rellenos de rabo.

Pan de Cuco. Situado en Suesa, muy cerquita de Santander, Pan de Cuco, ofrece una carta sencilla, con precios asequibles y platos enfocada a poder compartir y probar varias cosas, aunque cuenta también con algún principal que por sí solo ya justifica la visita. Atención a su apartado dedicado a la anchoa. Para picar destacan las croquetas de jamón ibérico y las bravas preparadas con un contundente sofrito de tomate picante en lugar de solo salsa. Entre los platos principales se pueden encontrar un arroz del día, un guiso meloso de patas de ternera o un bacalao asado con manitas guisadas y pilpil, entre otros. Aquí hay que probar el arroz con pollo picasuelos, una raza autóctona de Cantabria, muy difícil de criar, pero con una carne excepcional: tersa, oscura y de intenso sabor que recuerda a la caza.

Primera Vaca. De reciente inauguración, en este restaurante el gran protagonista es el gran horno de piedra que preside la sala y del que salen sus pizzas artesanas: de masa finísima, con pocos ingredientes, pero muy escogidos y casi todos autóctonos, incluyendo los quesos –que proceden de pequeñas queserías de los valles pasiegos que en los últimos años se han aventurado a elaborar especialidades italianas–, a excepción de las harinas –ecológicas, traídas de Italia– y el tomate italiano San Marzano. Hay que pedir la pizza Catalina –con pimientos asados y anchoas del Cantábrico–, la Rafaela –de crema de calabaza asada, mozzarella, parmesano, rúcula, mortadela y pistachos frescos– y la Primera Vaca –stracciatela, paletilla ibérica tomatitos, rúcula, mozzarella y parmesano-. Otros platos que están muy ricos: el pastel de mejillones en escabeche; la ensalada de bonito escabechado y verduras; la burrata Biribil elaborada con leche de vaca pasiega con tomate de Cantabria; el bonito del norte asado o los callos con pata y morro. Completan la oferta sus postres artesanos –tarta de queso y tiramisú– y una bodega en la que cobran importancia los vinos naturales.

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