Sin dinero en metálico

29/08/2021

Josep M. Orta.

No hace mucho que en cada esquina de las grandes ciudades encontrabas una entidad bancaria-Y entre una y otra esquina otras sucursales se hacían la competencia. Hoy han ido cerrando estas oficinas hasta dejarlas reducidas a su mínima expresión y el ir a una entidad financiera es un recurso excepcional cuando la gestión no se puede hacer informáticamente.

Esto no ha representado demasiados problemas en las ciudades, la gente se va acostumbrando a pagar con dinero de plástico o por teléfono, y cuando no tampoco es difícil encontrar cajeros automáticos. El problema es que esta política bancaria de ir cerrando sucursales se extiende también en la España vacía, donde incluso están desapareciendo los cajeros automáticos.

La tendencia a que el dinero en efectivo desaparezca paulatinamente es una obviedad y el papel que están adquiriendo las entidades bancarias para controlarlo todo es una evidencia. Razones que lo justifiquen las hay, pero matices para implantar el nuevo sistema demasiado deprisa también.

Estos días muchos habrán acabado sus vacaciones y algunos las habrán disfrutado en uno de estos pueblos dejados de la mano de Dios, donde una tienda que vende de todo es el Corte Inglés local, habrán comprobado que el ejemplar sistema de salud pública queda desbordado en estas fechas y habrán comprobado que el wi.fi no siempre funciona y que muchos de sus habitantes tienen dificultades con las nuevas tecnologías.

Como debe ser poco rentable las entidades bancarias han ido cerrando sus sucursales locales e incluso van desapareciendo los cajeros automáticos, con la dificultad que ello conlleva para tener dinero en efectivo y las reticencias de muchos de pagar la barra de pan con la tarjeta de plástico, dejando a parte los problemas domésticos que pueden tener algunos para pagar el “jornal” a sus hijos. Además, con el teletrabajo no es extraño que profesionales urbanitas cambien de lugar de residencia para repoblar estas zonas y los negocios que llevan entre manos ya no son una simple calderilla.

Los bancos son entidades privadas con sustanciosos beneficios y que cuando tienen problemas “papá Estado” les saca las castañas del fuego. Pero también tienen un papel de servicio público y en compensación con el gran nivel de negocio que tienen en las grandes, y no tan grandes, ciudades, también tendrían que cubrir las necesidades de poblaciones con unos recursos más limitados y con un volumen de negocio más reducido. Además de tener en muchos casos una población envejecido y poco educada en las nuevas tecnologías.

Aunque pasen desapercibidos ante los grandes problemas de nuestra sociedad son muchos los que hacen suyo el eslogan “Teruel también existe”.

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