JMF de 94 años y con un grado de dependencia de nivel 4, lleva viviendo en su casa de renta antigua desde el año 1934. Allí vivió con sus padres y cuando ellos fallecen el contrato lo subroga ella. Hace dos años la inmobiliaria Manuel Silvela, 1 S.L, que coincide con la dirección del inmueble, quiso acometer obras de mejora en la cubierta del edificio. Empezó por el quinto izquierda, que ya estaba deshabitado, y no pudieron llevarla a cabo porque la reforma que querían hacer era en la totalidad, es decir, en la cubierta de los dos pisos quintos más las buhardillas. La idea era conseguir un proyecto de construcción de cinco áticos de lujo en la Calle Manuel Silvela, número 1. La joya de la Corona del barrio de Chamberí, la llamaron.

Desde enero JMF y su hija, Mercedes Poveda, están recibiendo «invitaciones» a marcharse: «vete haciendo a la idea que en julio tendrá que irse de su casa» porque la duración de la obra es de unos seis meses. «El tercer piso se quedó libre y yo pregunté, lo cuenta su hija Mercedes Poveda, a una de las dueñas si no contemplaban bajar a mi madre al tercero el tiempo que durase la obra. Se negaron. Ahora hay nuevos inquilinos. Desde junio, que empezaron las obras, han aparecido grietas, goteras y desperfectos; hasta ayer el miércoles uno de septiembre, que se ha derrumbado toda la cocina, pasillos colindantes y el exterior a la terraza que es la salida de mi madre. Ella está fuera de su domicilio los meses de verano en una casa que tengo alquilada en la sierra».

La anciana de 94 años tiene que regresar a su casa, en cuanto empiece el frío de ahí que, ante la pasividad y el estado de la vivienda, Poveda ha interpuesto tres denuncias por allanamiento de morada, coacciones y daños.

«Mis abogados han enviado tres burofax que no han tenido respuesta. El 31 de agosto me persone con la policía municipal porque nos habían sellado la entrada de la terraza con andamios. No podíamos entrar, ni salir y ese es el único escape que tiene mi madre con grado 3 de dependencia que no camina, y sale a la terraza a tomar el aire. La policía dijo a la empresa rehabilitadora que los quitaran hasta estudiar el permiso de obra».

El uno de septiembre, un día después de acudir la policía, «me encuentro este desastre en la cocina. Fue la noche de las lluvias pero lo más probable es que un desastre así fuera intencionado. Mi madre sigue fuera de su casa. No sabe nada y no puede regresar. Mi abogado emprenderá acciones penales. Las civiles se las saltan a la torera.  Mi madre obstaculiza un proyecto de reforma inmobiliaria y quieren quitársela de enmedio a cualquier precio. Quieren echarla de su casa después de vivir allí 87 años y es más, tengo un informe del arquitecto que valora positivamente el estado de la casa de mi madre después de Filomena». Hoy es JMF de 94 años, con un alquiler de renta antigua en un barrio cotizado de la ciudad, pero la especulación inmobiliaria no descansa en Madrid.