El volcán y la solidaridad

25/09/2021

Josep M. Orta.

Es de suponer que todos nos hemos emocionado con las impactantes imágenes del volcán de la Palma. La espectacularidad de los ríos de lava que surgen del volcán de Cumbre Vieja contrastan con la angustia con las que se vive el lento pero implacable avance de la lava destruyendo todo lo que encuentra a su paso.

Como si fuera un velatorio contemplamos como centenares de vecinos, a la espera de ver sus casas engullidas por las ardientes rocas, visitan por úiltima vez lo que fueron sus viviendas y cargan sus vehículos con sus enseres más queridos. Unos, muebles y electrodomésticos, materiales. Otros quizás más apreciados por sus propietarios, tratando de salvar unos recuerdos que están en peligro de perderse para siempre, desde las fotos de los fallecidos padres hasta los del hijo recién nacido…., sin olvidar el rescate de las mascotas que dejaron abandonadas ante lo precipitado de la huida-

Es evidente que en casos espectaculares como el que comentamos las muestras de solidaridad se multiplican. Las visitas de autoridades (que posiblemente estorben más que ayuden) se repiten y sus promesas de ayuda se multiplican mientras los voluntarios sudan para paliar dentro de lo posible el drama, mientras los damnificados lloran su dolor buscando un techo que los acoja y pensando en el presente para no plantearse el futuro.

Mientras la erupción del volcán siga acaparando la atención de los medios de comunicación la sociedad estas muestras de solidaridad se mantendrán, pero cuando otras noticias desplacen su protagonismo posiblemente tendrán que vivir solos su drama. Las palabras se las lleva el viento y las promesas hechas en caliente no siempre se cumplen. La burocracia a la hora de repartir ayudas es muy lenta. Además alguien pensará que el tema “ya cansa”

Ha pasado en otras catástrofes, que después de las muestras de solidaridad y cuando las autoridades se hayan ido para ocuparse de temas más urgentes sus problemas queden en el olvido y las posibles soluciones se eternicen. Mientras ellos se vuelven a quedar solos con su drama y sus recuerdos sin que pocos les ayuden a enderezar su futuro. Esperemos que por una vez aprendamos la lección y dentro de unos meses, cuando el volcán vuelva al silencio y un parte importante de la isla esté inutilizada por un mar de lava, quien pueda hacerlo no se olvide de poner las medidas para paliar el drama humano que viven los palmeños y además de palabras reconfortantes pongan los medios para superar la situación.

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