Los halcones de la nueva Alemania

29/09/2021

José María Triper.

Apenas 24 horas ha tardado el socialdemócrata Olaf Scholz en desvelar sus preferencias para formar el nuevo gobierno de Alemania. Una coalición con los verdes y con los liberales que, de concretarse, no sabemos si será positiva para Alemania, pero lo que si parece muy claro, a la vista de los programas y de los antecedentes, es que sería una mala noticia para la Unión Europea y sobre todo para España, especialmente si el líder de los liberales Christian Lindner, ocupa la cartera de Finanzas, que es la condición necesaria que ha puesto para el pacto.

Aunque todos los partidos han pasado casi de puntillas sobre la Unión Europea durante la campaña electoral y tanto Olaf Scholz como el democristiano Armin Laschet se han caracterizado por su ambigüedad sobre asuntos claves como el Pacto de Estabilidad, tanto verdes como liberales, recogiendo el sentir de una mayoría de la sociedad alemana, están más alineados con los llamados “halcones” que, con Holanda y Austria a la cabeza, están presionando para que recuperar el control del déficit y de la deuda, condicionando a estos objetivos el envío de los dineros del fondo de reconstrucción. Y España será uno de los países más perjudicados si esto ocurre.

Lindner no ha ocultado nunca su intención de imponer a la Comisión Europea una vigilancia estricta y un examen riguroso sobre el cumplimiento de las reformas comprometidas por los países del sur para recibir los fondos europeos, lo que choca frontalmente con las intenciones de Pedro Sánchez en España que necesita de manera urgente e ineludible los dineros de Europa para intentar mantenerse en La Moncloa, pero manteniendo al mismo tiempo un elevado gasto público para vender populismo y conservar el apoyo de sus socios de coalición, que no están por la labor de apoyar ajustes y recortes.

Cierto que Scholz se ha manifestado reiteradamente en favor de una modificación de las regulaciones europeas del Pacto de Estabilidad respecto a la deuda de los países miembros, pero como Lindner es firme defensor del control del gasto en el dinero público por lo que cualquier reforma que se implante sería para imponer unas condiciones de estabilidad presupuestaria más rigurosa y con sanciones por incumplimiento.

También tiene Scholz las manos atadas para llevar a cabo su Programa de Futuro. Un plan para que los Estados miembros de la UE hagan aportaciones a un fondo común destinado a pagar la asistencia al desempleo de los países con mayores dificultades económicas. Ni los conservadores de la CDU, ni los liberales ni los verdes son partidarios del proyecto y la prensa alemana ya se ha preguntado si los alemanes van a tener que pagar el paro de los griegos y los españoles, recogiendo el sentir de su ciudadanía.

A las incertidumbres sobre los Fondos y el Pacto de Estabilidad se añaden también los temores acerca de que, sin la firmeza y la tutela de Ángela Merkel, la impulsora y artífice del Tratado de Lisboa que supuso la refundación de una Unión Europea de la que era líder indiscutible e indiscutida, la política europea entre en punto muerto y una vez más, la Unión se enfrente a una encrucijada de incertidumbres sobre su reorganización y su futuro.

En unos momentos en los que Europa afronta cuestiones trascendentales para su supervivencia como la recuperación económica, el futuro de los fondos de reconstrucción, el reto de afrontar una nueva geopolítica tras la retirada de Afganistán con la consiguiente amenaza terrorista, las incertidumbres derivadas de la aparición de Aukus (la unión de fuerzas de EE UU, Reino Unido y Australia) que incrementa la necesidad de avanzar en un sistema de Defensa comunitario, el problema migratorio, la crisis energética, las derivaciones del post Brexit y la obligación de avanzar en una unificación política y legislativa que evite, entre otras cosas, las dispares interpretaciones sobre la euroorden, la Unión aparece falta de líderes con capacidad de  ilusionar y liderazgo.

Ni Scholz, ni Laschet, ni Macron, ni Van der Leyen, dan la talla. Sánchez no cuenta y sólo Draghi aparece como el hombre con la capacidad y el carisma necesarios para tomar el relevo y actuar con el liderazgo incontestable en una Europa que sin Ángela queda huérfana y debilitada ante los populismos de izquierda y de derecha que quieren destruirla desde dentro y frente a las ambiciones de EE UU, China y Rusia que pretenden demolerla desde fuera con la inestimable colaboración de Boris Johnson en el Reino Unido.

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