Elegir en la vida

24/10/2011

diarioabierto.es.

Empecé a pensar en ello cuando me encontraba haciendo cola en la caja del supermercado. Una mujer de unos setenta y pico años, decidía no comprar la esponja de baño pero sí dos tarrinas de arroz con leche. Y supe entonces lo que era la vida. Saber elegir el placer, la felicidad en las pequeñas cosas. Creemos que lo que la mujer hizo: desechar de su compra la esponja de baño para quedarse con el dulce arroz con leche, es una locura, pero no. Es una forma más de buscar la felicidad. Esa mujer ha acertado con su opción, porque tal vez pueda ser su última compra, y esa noche pienso que la mujer preferirá morir con el paladar dulce y buen sabor de boca, que con una esponja que no le dé tiempo a estrenar, y se quede para siempre en el estante del baño.

Se me humedecieron los ojos. Llegar a viejo. Lo vemos tan lejano cuando tenemos veinte o treinta años. Pero está muy cerca. Nos dicen que tenemos que aprovechar la vida, que hay que vivir y tratar de ser felices. Qué gran verdad. Los años pasarán. No lo pensamos, pero todos tenemos el mismo destino: morir. Unos antes, otros después. Pero tarde o temprano todos miraremos a la muerte a los ojos y nos iremos para siempre, dejando solamente lo que fuimos en el recuerdo de la gente.

Hay un problema. Yo no quiero morir. Y creo que esta idea mía la comparte más gente. La de no querer morir, digo. No me hago a la idea de que estoy dentro de un proceso donde voy dejando mi juventud atrás y adentrándome en la madurez y pronto, en la vejez. No somos conscientes de la suerte que tenemos. No aprovechamos la vida como esa mujer, no elegimos el arroz con leche, aplicable a tantas y tantas cosas. Preferimos quedarnos con la esponja, aplicable también a otras tantas cosas. Aunque nunca la vayamos a estrenar, o sí. Estas cosas nunca se saben.

Desperdiciamos la vida, lo que no sabemos es que un día, un día, realmente, nos miraremos a las manos y entre las arrugas y los dedos con reuma, encontraremos todas esas cosas que no hemos hecho y que nos quedamos con las ganas de hacer.

Dicen que nunca es tarde para nada. Yo creo que todo tiene una edad en esta vida. Que enamorarte a los veinte años, nunca será igual que enamorarte a los 80 años. Porque el cuerpo está cansado, y los años pesan en el alma y en el cuerpo. Sin embargo, aunque hay una edad para todo, nunca está mal pensar que nunca es tarde si la dicha es buena.

Mientras hay vida, hay esperanza. Mientras haya cuerpo donde echar alegría, podemos echar toda la que queramos.

Y como decía antes, los ojos se me humedecieron y miré a la mujer, y miré mi carro de la compra. Lleno de comida de dieta. Esa mujer podría pensar que estoy desperdiciando la vida, sin embargo yo pienso que la estoy aprovechando y alargando, comiendo productos más beneficiosos y sanos para mi salud, y así, de este modo, poder llegar a la edad que tiene la mujer, y poder elegir entre una esponja y un arroz con leche, en el último momento en que la cajera me mire a los ojos y la vida se resuma en ese instante.

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Un pensamiento en “Elegir en la vida

  1. Buenos días Susana. Siempre reflexiono con tus historias.A ver si aprendemos a vivir la vida como se merece que la vivamos.

    Un saludo y buena semana.

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