¿Dónde está el vino rescatado de la batalla de Trafalgar?

08/10/2021

Carmela Díaz.

 

En pleno barrio de Chamberí, los hermanos Sandoval continúan haciendo magia gastronómica con su restaurante dos Estrellas Michelin, el afamado Coque. Una experiencia muy recomendable que nunca defrauda. En esta nueva etapa que comienza tras la pandemia, Mario, Diego y Rafael se han vuelto a emplear a fondo para conseguir el equilibrio perfecto.

En cada estancia el comensal puede saborear sus creaciones culinarias en una inmersión total que va más allá de lo gastronómico y con una puesta en escena a la altura. Pero más allá de la exquisita cocina, Coque esconde un tesoro que deja boquiabierto a todo aquel que la visita por primera vez: su bodega. Está inspirada en un coliseo romano donde la vida y la muerte están presentes como un óvalo, como una semilla dentro de una uva carnosa y vestida de púrpura de donde proceden las sensaciones apegadas a la tierra. Las botellas expuestas en sus gradas y andanadas reflejan lo mejor de los vinos nacionales e internacionales. Hay expuestas más de 2.700 referencias con más de 25.000 botellas en las que se encuentran representadas las mejores zonas vitivinícolas europeas y del nuevo mundo.

Entre todas ellas, hay una joya de incalculable valor: el Trafalgar de 1805. Este vino lo compraron los fundadores de Gonzalez Byass a los propietarios de la bodega La Cuadrada de Jerez y quizás sea el vino más histórico del mundo. Las últimas gotas de este tesoro líquido están expuestas en una damajuana en la bodega de Coque; unas gotas de mimbre y yodo que cuentan un pasado mítico. Porque según afirma la leyenda popular y los lugareños de la época mejor informados, procede, ni más ni menos, que de la bodega de un barco de la batalla de Trafalgar. El líquido ahora es denso, con aspecto similar al aceto balsámico y un sabor salino cuando entra en boca. Pero conforme pasan los minutos el regusto (que permanece durante casi diez minutos, algo extraordinario) se va a aproximando al sabor del vino que todos reconocemos.  Cuando lo catas, viajas por un camino de yodo fosilizado y pólvora para terminar con torrefactos salinos. Tener la oportunidad de catarlo supone una experiencia asombrosa porque viajas más de 200 años atrás en el tiempo, hasta trasladarte a un episodio crucial de nuestra historia. La bodega de Coque acoge otros vinos muy especiales, pero si hay que seleccionar dos tesoros únicos además del Trafalgar, desde la casa nos recomiendan un Château Margaux de 1981 y un Herederos del Marqués de Riscal de 1938.

Esta temporada, además de disfrutar de estos prodigios que esconde su bodega, hay que disfrutar del nuevo menú In Bloom, un recorrido a través de seis actos que giran en torno a la innovación y el producto autóctono de temporada. Una experiencia que comienza en el Bar con una secuencia de aperitivos y un cóctel de bienvenida; después se pasa a la Bodega donde Rafael Sandoval ofrece una cata de Fino Tío Pepe, junto a una degustación de bocaditos; seguidamente se entra en la Sacristía, la cava de champanes donde se brinda con una copa de Laurent-Perrier La Cuvée, acompañado de un dorayaki de skrei y aceituna y yema hidrolizada de erizo de mar; el  recorrido continúa con una inmersión en la Cocina donde se puede contemplar el trabajo de los cocineros en directo y se prueba una espardeña a la brasa con ají amarillo y un buñuelo aireado de chistorra hidrolizada con una cerveza de trigo. Y, por último, la experiencia se traslada a la Sala donde, ya sentados, se disfruta de una sucesión de pases de platos con trilogías de producto: del mar, de la huerta, de la tierra, elaboraciones con carne -incluido el emblemático cochinillo lechón estrella de la casa- y el cuarteto de postres.

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