Los populares y los socialistas acaban de celebrar sus respectivos congresos. A mi me parecen en unos actos publicitarios con gran resonancia y un ejercicio de cinismo colectivo en el que casi sistemáticamente acaban con proclamas de unidad y de cerrar filas con la nueva dirección.

Desde los meses anteriores a la celebración de estos cónclaves las direcciones de las formaciones trabajan intensamente para que todo salga perfecto, que la disidencia no aflore más que en pinceladas para dar credibilidad en el evento, y si puede ser protagonizada por sus juventudes. Durante este periodo pre congresual se multiplican las reuniones y las negociaciones para que aquellos que tienen algo que decir y que puedan tener una cierta influencia en los delegados callen. En fin…

Pero los problemas, cuando no se debaten y afrontan donde deben, lejos de desaparecer no tardan en aflorar. Además todos estamos acostumbrados a analizar los congresos con lupa, buscando las actitudes de la disidencia y comprobando como se tragan no pocos sapos en beneficio de una inexistente unidad o un cargo relevante. En el reciente congreso de los populares todos los ojos estaban puestos en Isabel Díaz Ayuso. Sus presencias o ausencias, sus gestos, sus palabras y la doble lectura de sus palabras eclipsaron para muchos el liderazgo de Pablo Casado, y esto que no fue un congreso de confrontación. Y lo que no se cerró entonces no tardará en aflorar de una manera posiblemente más cruenta.

También la casa socialista hay temas espinosos, como el caso catalán, que pueden levantar ampollas por parte de algunos dirigentes que tendrán que hacer sólo insinuaciones para evitar un congreso de confrontación, o el tema de que un partido republicano defienda una discutida monarquía, o la distribución de los fondos comunitarios entre otros, por no hablar del carácter federal del partido en tiempos de una fuerte recentralización.. Serán gestos de algunos dirigentes que habrá que interpretar pero será difícil constatar la fuerza real que tienen en el partido. Ahora gobiernan y no es la hora de poner palos a las ruedas. No es necesario que los trapos sucios no se laven en casa. Además siempre queda el recurso de atacar a la extrema derecha y a la derecha extrema con mensajes más o menos contundentes en unos momentos que el oráculo de las encuestas ponen nerviosos a algunos.

Pero la experiencia demuestra que cerrar filas en falso después crea problemas mayores, pero ahora se trata de gritar unidad, que es de lo que se presume cuando se carece de ella.