Las CCOO se van de Congreso

18/10/2021

Francisco Javier López Martín.

Van 12 desde que en abril de 1977, incluso después de la legalización del Partido Comunista en la Semana Santa de aquel año, el gobierno de Adolfo Suárez decidió legalizar las organizaciones sindicales y CCOO comenzó a preparar su Congreso.

Es verdad que ya habían tolerado el Congreso de UGT en abril de 1976 y la Asamblea de las CCOO, en julio de ese mismo año, en Barcelona. Pero no es lo mismo tolerar que reconocer, respetar, legalizar y dar un papel constitucional a las organizaciones sindicales.

Es duro que haya que recordar, sacar del olvido que hay dos tipos de organizaciones que son constitucionalmente  reconocidas expresamente. El artículo 6 de la Constitución se refiere a los partidos políticos como vertebradores de la voluntad popular y la participación política.

El siguiente artículo, el 7, habla expresamente de sindicatos de trabajadores y asociaciones empresariales, como instrumentos para la defensa de los intereses económicos y sociales que les son propios. Cuando dice propios no cabe duda de que la Constitución piensa en los propios intereses de cada clase en un país recién salido de la dictadura.

En cualquier caso, la Constitución establece con acierto y utilizando la misma expresión, que tanto partidos políticos, como sindicatos y asociaciones empresariales, deben ser democráticos tanto en su estructura interna, como en su funcionamiento.

Poco después, en el artículo 9, la Constitución deja meridianamente claro que los poderes públicos deben remover cualquier obstáculo que impida la participación de la ciudadanía en cualquiera de los asuntos económicos, políticos, sociales, culturales que le afectan, de forma que la libertad y la igualdad de las personas y los grupos sean reales y efectivas.

Pues bien, de eso se trata, una vez más en un congreso sindical como el que van a celebrar las Comisiones Obreras esta misma semana. De promover la participación libre de los trabajadores y las trabajadoras. De defender el trabajo decente, recuperando los derechos arrebatados durante la crisis desencadenada en 2008. Derogar esa reforma laboral que trajo la desprotección de las personas, la precariedad en los empleos y en las vidas.

El trabajo, la vida, de eso va el sindicalismo. Los derechos laborales, la contratación estable, la igualdad de las partes en la negociación colectiva, la defensa de la seguridad en el trabajo, la salud laboral, la formación y cualificación de las trabajadoras y trabajadores, el salario digno, el trabajo decente, son la base que sustenta la protección social.

Las prestaciones por desempleo, las bases del sistema sanitario público, las rentas mínimas, hoy llamadas ingreso mínimo vital, las pensiones contributivas y no contributivas, la educación pública universal y gratuita, la protección social para quienes carecen de trabajo, o de cualquier forma de subsistencia, tienen su origen en las luchas sindicales.

Allí donde hay sindicatos hay sociedades cohesionadas. Allí donde no hay sindicatos, las sociedades viven fracturadas, se entregan a la confrontación, cuando no a la violencia. Allí donde el sindicalismo es legal , representa a los trabajadores y trabajadoras, existe movilización democrática, la huelga, la manifestación, pero también hay negociación, diálogo, acuerdo, avances en derechos y libertades, progreso de las sociedades. Ese es el sindicalismo sociopolítico que las CCOO han defendido desde siempre.

El sindicalismo, en CCOO siempre lo hemos tenido claro, ha defendido siempre la independencia y la autonomía del sindicato, en la defensa de la clase trabajadora. Independencia económica, pero también independencia con respecto a gobiernos, partidos, corrientes políticas.

Un sindicato en los centros de trabajo, en los sectores de la producción y los servicios, pero un sindicato capaz de defender al conjunto de la clase trabajadora en el territorio, en la sociedad, en la solidaridad con los más débiles y en la igualdad, que no significa café para todos, sino dar a cada uno lo que necesita para desarrollar sus posibilidades.

El sindicalismo, los sindicalistas, somos hoy tan necesarios como siempre, porque el trabajo no ha desaparecido, ni tiene visos de desaparecer, aunque se haya transformado, como ya ocurrió en tiempos pasados. Las preguntas cambian y las respuestas también, pero esas respuestas siempre deben tener las misma impronta: la defensa de la libertad, de la igualdad, la solidaridad y los derechos. En el trabajo y en la sociedad.

Así pues, buen congreso a las Comisiones Obreras.

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