De la socialdemocracia a Frankestein

20/10/2021

José María Triper.

Si hubiera que resumir en un titular lo que ha sido el Congreso socialista de Valencia este sería, sin dudar, “Sánchez gana, pierde el PSOE”. Porque lo que se ha consumado en la cita que califican de “unidad” ha sido la transformación definitiva del PSOE en el PSánchez. Un partido que ha abandonado la ideología para pasarse al pragmatismo cesarista y en el que ese giro a la socialdemocracia que pregonan no es, ni puede ser creíble, mientras Sánchez prolongue su gobierno de coalición con Unidas Podemos y se mantenga la alianza de la Frankestein con los independentistas y con Bildu, convirtiendo al socialismo en cómplice de los enemigos de España y de la democracia.

Complicidad que ha tenido su segundo episodio en las declaraciones a la fuerza de Arnaldo Otegui lamentando el dolor producido por los asesinos de ETA, pero sin condenar el terrorismo ni pedir perdón. Palabras artificiales y estudiadas, que más parecen obedecer a una maniobra del sanchismo para blanquear a los herederos políticos de los terroristas, a los que necesita para aprobar los Presupuestos y mantenerse en La Moncloa, que a un arrepentimiento que no existe.

El problema de la declaración de Otegui es el mismo que el de la socialdemocracia del PSánchez, su falta de credibilidad, a pesar de que, a mí particularmente, me gustaría creerle. Porque si las palabras de esta trampa dialéctica del condenado por pertenencia a organización terrorista fueran sinceras ahora no estaría impulsando y asistiendo a los homenajes a los presos etarras que se repiten, una día si y otro también, en el País Vasco. Estaría colaborando con las fuerzas del orden para esclarecer los más de 300 asesinatos de la banda aún no esclarecidos. Y estaría ayudando, apoyando y colaborando con alas víctimas.

Pero no. La sospecha que subyace detrás de esta maniobra es que se trata de una operación de blanqueamiento con dos vértices. El primero interno para intentar convencer a muchos militantes y algún dirigente socialista de la conveniencia de una coalición con el brazo político de quienes asesinaron también a muchos socialistas entre otros defensores del orden y de la libertad. Los nombres de Enrique Casas, Ernest Lluch, Fernando Múgica o Fernando Buesa, entre otros siguen aún en la memoria.

Y respecto a la finalidad externa se dirige a dar un toque serio al PNV en el sentido de que si se desmarca de la Frankestein y no apoya el Presupuesto el sanchismo puede jugar la alternativa de una coalición con Bildu y con Podemos en Euskadi que les expulsaría del gobierno vasco.

Eso y utilizar el aniversario de la derrota de ETA para intentar recuperar parte de la imagen y de la intención voto perdidos por Sánchez y el Gobierno, intentando atribuirse ellos solos el mérito de una rendición a la que contribuyeron, especialmente el tristemente desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba, pero no los únicos ni, probablemente los más importantes. Deberían recordar que los verdaderos artífices de la derrota del terrorismo fueron la Guardia Civil, la Policía Nacional, el CNI, los jueces y el pueblo español en su conjunto con su rechazo, su condena y su desprecio, y con ellos el Gobierno. El de Zapatero sí, pero también los de Aznar o de Felipe González.

Ponerse medallas que también a otros corresponden y utilizar a las víctimas para intereses personales, partidistas y mantenerse en el poder, no es ético, no es noble, y está en las antípodas de la historia, la tradición y la sensibilidad de la socialdemocracia.

 

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