De pronto, Parménides de Elea. Como si nada hubiera cambiado (a mejor) en los últimos treinta años, los dirigentes de la derecha extrema y de la extrema derecha, Pablo Casado y Santiago Abascal, respectivamente, han preparado un cóctel contra el Gobierno con los mismos ingredientes que utilizaban en las últimas décadas del siglo pasado: “Paro, terrorismo e inseguridad ciudadana”. Es tremendo, pero ese va a ser su brebaje alucinante hasta que lleguen elecciones.

El de “la España en quiebra”, Casado, abrió el turno contra el presidente Pedro Sánchez con cierta befa sobre las resoluciones del último Congreso del PSOE para asestarle, a continuación, una patada en la cabeza, estilo Grisman: “Usted va a sacar de la cárcel a doscientos etarras para aprobar los Presupuestos del Estado. Rompa con Bildu hoy mismo”. Eso le dijo. Si no repitió la famosa acusación de Rajoy a ZP: “Está traicinando a los muertos”, la dio por sobrentendida. Es tremendo.

El de Ávila de los Caballeros fue secundado, según costumbre, por su portavoz riojana y su mozo de espadas, don Teodoro, quien repitió la cuestión –“¿Van a romper con Bildu?”– en un respiro de sus denodados venablos contra la vicepresidenta y titular de Empleo, Yolanda Díaz, como culpable de las altas tasas de paro. Sin duda, el supuesto acuerdo con Bildu incrementa el paro. Es tremendo, aunque, en realidad, a García Egea le vale todo, hasta el recibo de la luz, para arrear calambrazos.

El siguiente de la terna de preguntas, Abascal, lanzó este peñascazo a Sánchez: “Como padre tendrá que recibir a su hijo con una cuchillada en el cuello o a su hija violada”. Eso le dijo después de aprovechar dos sucesos para identificar inmigración y delincuencia. “Hay ‘menas’ organizados para atracar y violar, terroristas que llegan en pateras”. Tras calificar de “terrorismo” una agresión registrada en Murcia bramó contra la falta de seguridad en las fronteras y atribuyó a los inmigrantes la “inseguridad ciudadana en nuestras calles”. En la siembra de xenofobia, miedo y racismo le secundaron sus acólitos Iván Espinosa y el fragista de toda la vida, ahora vóxido, Ignacio Gil Lázaro.

Mientras el primero, socio y marido de la falsificadora absuelta por los jueces, Rocío Monastrio, que convertía naves industriales en viviendas de lujo, atacaba a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, se vio a Abascal levantar el puño para ratificar sus descalificaciones a las instituciones democráticas. Es tremendo. Gil Lázaro repitió los ataques de su jefe contra los inmigrantes y maldijo a un Gobierno que permite que un hombre de 77 años esté detenido por defenderse (disparar y matar) de un ladrón magrebí. Por si fuera poco, “ustedes han exculpado a un a tipo para que mantenga su escaño después de patear a un policía”. Es tremendo.

La sucesión de falacias, mentiras y medias verdades de las derechas jalonaron el pleno de control al Gobierno de este 20 de octubre de 2021, Santa Irene de Tancor, san Honorio y otros en el martirologio romano, con el resultado ya mencionado: la clara intención de proyectar la impresión de que España va mal, muy mal, con los socialdemócratas en el Gobierno, aunque prefieren llamarles “socialcomunistas”. Es tremendo.