El melodrama de los Presupuestos

21/10/2021

Hernando F. Calleja.

La política actual apenas reúne las condiciones de un buen melodrama. Cualquier cosa que pasa se plantea, por seria o frívola que sea, melodramáticamente. Uno de los momentos cumbre de la política, que se produce cada año con el mismo argumento y el mismo decorado es la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. A lo largo de muchos años he presenciado esa escenificación en la que el guión apenas sufre variaciones.

El héroe (en este caso, heroína) es sin duda quien sea titular del Ministerio de Hacienda, que ahora lo es también de Función Pública, aunque el año pasado por estas fechas lo era solo de Hacienda, cosas del reparto de papeles.

El melodrama se plantea sobre un relato previo, a propósito de las dificultades homéricas de hacer un presupuesto, conceptualmente calcado del anterior. He abierto por una página al azar el libro amarillo de los Presupuestos Generales del Estado para 2022. Ha salido la página en la que se habla de Defensa. Dice por ejemplo: “… aspira a alcanzar una estabilidad presupuestaria que permita una adecuada planificación  en la dotación y sostenimiento de las  FAS, así como una financiación suficiente, previsible, estable y acorde a las necesidades de las FAS y de la Defensa Nacional…”

“…En un entorno… las FAS requieren una adaptación constante para  optimizar su eficacia operativa y para asumir sus responsabilidades en el ámbito de la defensa nacional….”  (Pág. 120).

Tomo el libro publicado el año pasado y dice hablando del presupuesto para Defensa: “ Alcanzar una estabilidad presupuestaria que permita una adecuada planificación en la dotación y sostenimiento de las FAS exige asegurar una financiación suficiente, previsible, estable y acorde a las necesidades de las FAS y de la Defensa Nacional”. “….El entorno actual… requieren de unas Fuerzas Armadas con una adaptación constante para poder optimizar su eficacia operativa y para asumir sus responsabilidades en el ámbito de la Defensa Nacional”. (Pág. 111).

 

Perdonen la extensión de las dos citas plagiadas por los redactores del libro amarillo, pero creo que explican por sí mismas lo que de rutinario y falto de sorpresas suponen los PGE, que con tanto exorno se nos presentan a los contribuyentes.

 

Lo cierto es que los PGE, como proyecto de ley, son una petardada. El toque a rebato de los cazadores de partidas, sean éstos otros partidos políticos, los sindicatos, la patronal, los lobbies, cada municipio, cada diputación, cada comunidad autónoma, cada confesión, cada ONG…

La alquimia presupuestaria se inicia poco antes del debate de totalidad, para subastar una mayoría suficiente y continúa después hasta los últimos días de diciembre, cuando sabremos, finalmente, cuáles serán los Presupuestos Generales del Estado para 2022 y, sobre todo, quiénes se han llevado el gato al agua con un Gobierno sin mayoría para aprobarlos por sí mismo.

 

El discurso dominante, para estos días es el del gasto social, que también está en el guión repetido. Y yo me veo obligado a plantear las mismas preguntas. ¿Es que hay algún gasto en los PGE que no sea social? El salario de los funcionarios civiles, de los miembros de la seguridad del Estado, de los sanitarios, de los enseñantes, ¿no es social? O si prefieren, las subvenciones a los sindicatos o a las ONG o a los cultooficialistas ¿son más sociales que las infraestructuras públicas?

 

El primer acto del melodrama está servido. Ahora hay un pequeño descanso.

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