El patio de mi cole…

26/10/2021

M. Miner Liceaga.

Bueno sería que se “distrajera” alguna partida presupuestaria para dotar al personal que nos gobierna de algo tan necesario como es el sentido común. Uno, en su aparente ignorancia, supone que para llegar a la conclusión ofrecida en el asunto de las mascarillas y el recreo en los centros escolares, supongo, digo, que para ofrecer tamaño dislate habrá habido alguna reunión previa entre los responsables máximos para comentar y dialogar  sobre los pros y los contras de tal medida.

Pudiera ser también que la resultante del despropósito haya sido una decisión privativa, personal y qué, como lo dice el jefe, pues todo el mundo a callar. Entiendo y comprendo cualquiera de las dos posturas.

Pero lo que ni se entiende ni se comprende bien es que nuestros estudiantes, grandes y pequeños, puedan salir al recreo primero con mascarilla, después sin mascarilla y más tarde matizar que sí, pero siempre que se guarden las distancias reglamentarias.

En este punto es donde uno aplicaría la partida presupuestaria para que nuestras queridas autoridades recibieran un cursillo acelerado de sentido común. Pero al mismo tiempo uno sugeriría que una de la clases prácticas consistiera en darse una vuelta por cualquier centro escolar, público o privado, y vieran que hacen los escolares en el tiempo de recreo en el patio o patios del colegio.

Uno, en su aparente ignorancia, se considera afortunado al comprobar que sus ideas no coinciden con las de su prójimo político. Pero al mismo tiempo se siente decepcionado al confirmar que los gobernantes de turno no tienen ni categoría ni capacidad para intentar aplicar unas normas que no se sabe si son fruto de un asesoramiento defectuoso, muy defectuoso, de una ocurrencia sábado noche o de la decisión del grupo, tras varias horas de reunión en la mesa ovalada con canapé incluido.

Creo de verdad que, haya sido la decisión personal o colegiada, los que han hecho valer la norma y airearla a los cuatro vientos -no sé si la prensa extranjera habrá tenido en cuenta este punto- no tienen mucha idea de lo que es un recreo en un centro escolar. Considero que ninguno de ellos, sean o no padres de familia, se ha molestado en pasar por un centro escolar a eso de las diez o las once de la mañana que es cuando suelen salir, pequeños y mayores, infantes y bachilleres, a distender los músculos por las zonas de asueto donde se practican diversos tipos de actividades, de acuerdo con la edad de cada grupo de alumnos.

O sea, que primero sin mascarillas porque están al aire libre. ¿Han dicho algo en caso de que llueva o nieve y bajen las temperaturas por debajo de los cero grados? Se da por entendido, se supone. Primero sin mascarillas y luego sin ellas también pero guardando la distancia reglamentaria.

De supina calificaría yo la inepcia de quienes pretenden aplicar la norma. No han visto un recreo en su vida. Y eso que en el despacho tendrán incluso un televisor de marca y de muchas pulgadas. No se han molestado. Duicen lo que se les ocurre sin molestarse en reflexionar. Uno deduce que se habrán despertado ese día de buen humor, con el ego subido, y se habrán formulado la pregunta del día. ¿Qué puedo sugerir, prometer, decir, aconsejar, para que el mensaje tenga la fuerza suficiente para aparecer en las primeras páginas de los diarios, sean de papel o digitales, y en todos los boletines informativos de las emisoras de radio?

Pues allá voy. ¡Y qué me quiten lo “bailao”! Luego, o matizaremos o rectificaremos o diremos que se han interpretado mal nuestras palabras… mientras las gráficas comienzan a señalar un muy leve repunte de los contagios…, pero en el cole, ¡mascarillas al viento!

El patio de los colegios no es particular, por mucho que se empeñen los que disponen de atriles, micrófonos y cámaras a disposición plena. Y si me empeño en decir lo que he dicho es porque, en este caso, tengo la ventaja de morar en un undécimo piso desde el que veo, a diario, el patio del cole de lo pequeños y de los mayores, de los juegos que practican, de la proximidad física que mantienen, de que se juntan y se vuelven a juntar, de que se tocan y se retocan, dependiendo claro está de la edad, y que sin mascarillas pero a metro y medio de distancia en un partidillo de balompié o de voleibol o de jokey es como un chiste, pero de los malos.

Menos mal que hay directores y profesores que, sin tomar nada, han decidido en muchos casos que al recreo: ¡con mascarillas!

¡Qué los dioses les bendiga…!, no a los profes, a los otros…

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